domingo, 26 de abril de 2009

El Chávez bueno










ELIBETH EDUARDO



Alguna vez escuchaba contar al director de Hinterlaces, Oscar Schemel que, cuando se consultaba en focus groups de personas de los estratos D y E que se reconocían como chavistas cuál sería el líder ideal para el país y se le daba la opción de dibujarlo, un resultado curioso era el de un Chávez... más joven: ese Chávez que fue 25 kilos atrás, el de antes, el que encarnó la esperanza de amplios sectores del país que lo vieron (muchos todavía lo ven) como el héroe que estaban esperando para corregir todos los errores de nuestra democracia y los males de la nación.Quienes hoy se burlan y hablan con desdén de la "acera amplia" de la oposición (porque se encuentran en la misma gente con nada en común y que ni se tratan) se olvidan de que en la de Chávez del 98 cabían sospechosamente Pablo Medina y Olavarría; los Boulton y Lina Ron... por sólo hablar de los extremos.Más y mejor democracia, pero...Uno para todos¿Cómo era posible que todos estuvieran del mismo lado? Porque Chávez, como el espejo curvo de Chejov, les devolvía una imagen mucho más bella de sí mismos: los pobres veían uno de los suyos mejor dotado; los demócratas un militar que había usado las armas en contra de los excesos de los políticos; los empresarios un líder con arraigo popular con el que se podía hablar y la izquierda un fenómeno electoral con el apoyo de Fidel Castro.Chávez, como la metamorfa de los X-Men, se volvía una réplica perfecta: aunque era solo uno, los representaba a todos. Por ello era único e irrepetible. Todos le creyeron. Hasta él se lo creyó...
De los nuestros
Parte del problema reside, fundamentalmente, en que Chávez encarna un modelo de país que las grandes mayorías (y, con esta expresión no me refiero solo a los pobres) ni asumen ni entienden como fallido, fracasado, ineficiente o causante de sus problemas: la ignorancia, como siempre, se vuelve en nuestra contra.Así, si los precios aumentan, muchos piensan que es culpa del gobierno que no hace nada para evitarlo... como establecer cuál es el precio justo y obligar a que se cumpla.Si ha gente muy rica es porque el Gobierno permite que las ganancias sean excesivas a costa de los que tienen menos. O porque permiten que algunos tengan unos sueldos obscenos: entonces, hay que regular las sueldos... Al menos el de los funcionarios del Estado: ministros, magistrados, rectores, presidentes de institutos, etc. Así que, el idiota del INDEPABIS nos disgusta por ser él y no por lo que hace que es lo que el país en realidad necesita (mano dura contra los especuladores); la Ley de Emolumentos nos parece tan válida como a otros les resultará que, en una mañana cualquiera de las próximas semanas, se resuelva que todos en el país debemos ganar los mismo o que la escala de salarios esté regida por bandas y escalafones absolutamente regulados y convenidos. Y repito, esto ocurrirá no en años o meses: serán semanas. Pocas semanas.El. Socialismo del siglo XXI y sus medidas de totalitarismo económico están en la base del inconsciente colectivo de un país como el nuestro en el que "la derecha" nunca ha sido el discurso dominante pues la injusticia y el abuso le han restado credibilidad: que en aras de la protección futura de la empresa las ganancias sean excesivas solo tiene valor si se está dispuesto - cuando pase - a asumir algo de pérdida en la operación. Si se ha sacado divisas para resguardar el patrimonio, frente a situaciones de emergencia y con las garantías requeridas, parte de esos fondos deberían volver. Si las condiciones cambian, deberían entonces bajarse los precios y es la inflación causada más que la estimada la que debería regir los aumentos de precios. Nada de eso, sin embargo, ocurre y nuestro sector privado es y ha sido tan corrupto, ineficiente y decepcionante como el político.
Justo es reconocerlo, en este país la derecha no ha estado a la altura de su desempeño en otros países y no tenemos un Abby Lincoln que disculpe o justifique su persistencia en nuestra sociedad.Sin embargo, es innegable que muchos de sus valores (los que defienden al individuo del colectivo) han sido y son la piedra de tranca del avance del comunismo de todos los tiempos, por más que ahora se haga llamar Socialismo del siglo XXI.

Cuidado con lo que quieres...
Invasiones, atracos justificados y necesarios; rechazo a la propiedad privada... Nombre cualquiera de los "cambios profundos" de valores que requiere el nuevo régimen: todos ellos pueden ser manipulados en un discurso que se confunde con el cristiano hasta que nos toca la piel y nos damos cuenta que su justicia es solo aparente. Al venezolano le gusta disponer de su plata, lograr prosperidad, que se le reconozca (y pague) con justicia su trabajo y es capaz de construir en la condiciones y sitios más increíbles para tener un espacio que le pertenezca. El rechazo, en la práctica, está garantizado. Es por ello que, aunque, por resentimiento o envidia, muchos disfruten que los "jefes" ganen lo mismo que ellos, pronto recordarán que, en realidad, lo que sería bueno es cobrar tanto como los jefes. Ya hoy se ve retractarse a quienes decían que la meritocracia era una trampa para pagarle más a los de nómina ejecutiva, al ver morir en planta a sus compañeros porque los "nuevos chivos" no tienen la formación, experiencia o capacidad necesaria y, además, ganan lo mismo. Y seguirán subiendo forma indetenible dentro de la estructura de la organización: de repente, la meritocracia cobra sentido, más allá de las cláusulas de los contratos colectivos...También es cada vez más frecuente ver a quienes se quejaban de los "hijitos de papá" de las universidades y que se mostraban convencidos de la enseñanza "a la cubana" es mejor, prefiriendo junto con los vecinos y parientes de los pacientes muertos reclamar que les manden médicos de la Central.... porque antipáticos, peseteros, sifrinos o no, al menos son médicos de verdad.La hora de los discursos toca a su fin, recordándonos una de esas peculiares maldiciones chinas que no sólo parecen inofensivas sino que, además ni siquiera suenan como maldiciones sino todo lo contrario: "ten cuidado con lo que quieres...Puede ser que lo consigas"... El país quería que el período del primer Pérez y toda su prosperidad volviera encarnado en alguien no corrupto que que no fuera adeco...

... puede ser que lo consigas
Ahora tenemos justo lo que queríamos (algunos, muchos) y, también, todo lo contrario. En eso, sin duda, ganamos un nuevo Pérez: alguien que es de izquierda pero es conservador; un militar que habla a favor de la izquierda y el anti-imperialismo; no es adeco aunque lo parezca y nadie puede decir que se ha agarrado medio... aunque su familia haya pasado de ser la más rica de Barinas y una de las del país mientras el resto de "los hombres del Presidente" son reconocidos por sus nuevas, costosas y cada vez mejor acondicionadas posesiones…
Chávez, más que un Mesías ha sido un líder simbólico y derrotar su discurso es parte de lo que trataremos la próxima semana.De momento, quizás debamos comenzar por entender que, antes que necesitar un "gallo" igual a Chávez... pero que no tenga todo lo malo de él incluyendo su equipo, lo que requerimos es reconocer que Chávez - efectivamente - nos representa mejor de lo que quisiéramos: intenta siempre imponer lo que quiere y espera obediencia ciega; maneja la ley y las normas a su conveniencia y si no puede evitarlo; protege a los suyos (el grupo pequeño, no el gran colectivo) a costa de saltarse las normas y, en el fondo, no cree en la democracia a menos que lo favorezca... como todos aquellos que rezan por un golpe (desde que ganó) porque no lo querían.
El monstruo es NUESTRO monstruo: lo construimos, lo empoderamos y le dimos argumentos para apertrecharse en Miraflores a la brava, defendiéndose de quienes no le perdonaron que ganara pese a ser pobre, negro y feo.Chávez es sólo la expresión, no el problema: comprender que un tipo "como Chávez" (otro héroe o titán).sólo puede traernos un Chávez corregido y aumentado puede que nos cure de querer un "más arrecho" en lugar de una más eficiente (como Rosales), formal y disciplinado (como Capriles), sereno (como Salas); alegre y dedicado (como Ocariz) o decidido y resteado con el colectivo (como Ledezma, Pablo Pérez y Pérez Vivas).Antes de ver cómo resolvemos el Chávez de Miraflores quizás debamos combatir al Chavecito que llevamos dentro: el que nos impide valorar y creer en los líderes que vamos teniendo y afinar, con ellos, un proyecto de país que mejore la Constitución del 99, recordando que ésta es lo único en lo que Chávez recogió las aspiraciones de sus seguidores por encima de las suyas.Se impone, pues, antes de la resistencia, el exorcismo... Darnos el país que queremos no es la obra de uno (el titán) sino el compromiso de todos. Y para ello no se requiere un héroe invencible. A menos, por supuesto, que sea Harry Potter: la magia, el amor y el sacrificio por los seres queridos nunca están de más... siempre y cuando podamos distinguir que el servicio público y el ejercicio de la política, en si mismos, son un sacrificio.
De momento, comencemos con lo que controlamos y apeguémonos al exorcismo: ¿sabes cuánto de Chávez vive en ti?
Comienza por eso...

Enviado desde mi dispositivo movil BlackBerry® de Digitel.

No hay comentarios: