domingo, 12 de abril de 2009

Turismo endógeno





ELIBETH EDUARDO


Creo que es justo reconocer que no soy de las personas que encuentran muchas cosas favorables que reconocerle a la Revolución Bonita, probablemente porque me parece que - en la mayoría de sus proyectos- es ineficiente, improvisada, efímera y ha dado pocas muestras de tener ideas originales o realmente exitosas, como lo evidencia el hecho, por ejemplo, de que los planes del Metro, incluyendo el Metrocable tienen más de 20 años. No obstante, debo reconocer que han perfeccionado a niveles exquisitos la estrategia usada por gobiernos anteriores para torturar a los caraqueños e "invitarlos" a salir de Caracas.

Doble frente
Lo primero que distingue a la estrategia bolivariana de las previas es su carácter de promoción endógena: nada de irse de Caracas para Nueva York, Miami, Sevilla o Aruba. No, no, no, no: a menos que vaya a La Paz, Managua o La Habana (en su defecto, Varadero) esos dólares son necesarios para dárselos a Fidel, Daniel o Evo, especialmente en tiempos de caída catastrófica del ingreso petrolero.
Así que, lo primero, fue darnos el país por cárcel al generar un control de cambio lleno de privilegios injustos (como el estar limitado a quienes tienen tarjetas de crédito) e ir reduciendo el cupo, año a año, hasta que no alcance ni para dar una vuelta por Cúcuta.
Resuelto el tema de la salida del país, queda el empujar a la gente a salir de Caracas: nada de ir a pasar el día en el Hilton, lo cambiamos a Alba y lo reservamos a los cubanos, mientras todos los demás - empezando por el Pestana - son demasiado caros para las grandes mayorías con lo cual, un volumen importante preferirá salir a pasear que el turismo 5 estrellas. La estrategia sigue funcionando.


La estatización como recurso
No sólo se juega con los precios: en el caso del teleférico, persuadidos de que ningún precio disminuía lo suficiente su atractivo se procedió pues a estatizarlo y, rápidamente, transformarlo en el peor de los ranchos que son las empresas públicas para garantizar que sólo aquel que desee un suicidio exótico o tenga un masoquista gusto por el maltrato en la atención se arriesgue a realizar un paseo que, en cualquier momento, le costará la vida a algunos valientes revolucionarios, mientras queda varado indefinidamente (una de las palabras favoritas del gobierno) como está el de Mérida, por ahora y desde hace algún rato.
Los museos, por supuesto, también se mantienen gratuitos pero, curiosamente, cada vez hay menos cosas que ver y el gobierno se empeña en que la gente se olvide de ellos... tal vez para que nadie se dé cuenta. Dejaron pues, de ser una opción.
Del mismo modo, con los parques siempre están inventando algo para deteriorarlos (como el Proyecto Leander del Parque del Este), además - por supuesto - de sabotear cualquier iniciativa de los alcaldes por meterle mano, especialmente el Alcalde Mayor.
Convertidos en guaridas, Los Caobos, El Avila y el mismísimo Parque del Este han quedado para las horas que nunca son extremas (ni muy temprano en la mañana ni después de caer la tarde) y, aún así, se corren riesgos de atracos y hasta secuestros. La muerte (afortunadamente) todavía no entra en el menú. Por ahora.


Esfuerzos inútiles
Habrá quienes insistan en que el principal problema es la seguridad. Debo decir que es algo más que le reconozco al Gobierno: el haber casi democratizado el toque de queda de los barrios de Caracas y haber colocado al resto de la ciudadanía en posición de entender lo que se vive en ellos. Ciertamente, el resto de Caracas no es Kenneddy o La Vega en donde la gente se "recoge" después de las 4 de la tarde pero es cuestión de tiempo: el gobierno siempre ha trabajado en eso y con el ministro El Aisssami - el peor de cuantos han detentado esa cartera - está cada vez más cerca de lograr que esa "socialización" del miedo sea equitativa. Todavía tiene que resolver cómo evitar que los cada vez más numerosos alcaldes de la oposición tengan éxito combatiendo al hampa pero ya se les ocurrirá algo. Siempre se les ocurre.
Volviendo al tema, no es la inseguridad la base de la estrategia aunque, ¡qué duda cabe!, ayuda. Tampoco lo es la Autopista a Oriente o a Barlovento que, ciertamente reducen los tiempos... pero que están en tan malas condiciones que, en algún momento, quedarán sólo para los que practican automovilismo extremo.
Habían mejorado mucho el tramo de Miranda, pero la AN (siempre apoyando la estrategia de la revolución) le devolvió su cuido a Diosdado y ya todos sabemos lo que eso significa.
En este punto, habrá quien diga que, si la inseguridad no es importante, frente al terror de las carreteras, las colas en los terminales y otros inconvenientes, es casi preferible quedarse en casa, especialmente ahora que el "blindaje" comienza a caerse y la plata alcanza cada vez para menos, por no decir que para casi nada.
Frente a esta contrariedad inesperada, generada desde el capitalismo solo para sabotear a la revolución, no quedó más remedio que "perfeccionar" y llevar al extremo la más efectiva de las armas para correr a la gente...


El arma secreta: los servicios
Sí, los gobiernos anteriores siempre supieron que dejar a la gente sin servicios - especialmente sin agua - es garantía de la huida en temporadas, especialmente para quien tiene niños pequeños.
Pero, como la crisis económica podía lograr que el corte de agua no resultara suficiente, para esta Semana Santa apelaron a una medida extrema: problemas en la Línea 1 del Metro, específicamente en las estaciones más cercanas al Parque del Este (con el perdón de Miranda) y al Sambil, lo cual es demasiado oportuno para una coincidencia.
Les quedó de lujo: cualquier cosa que logre que los caraqueños prefieran caminar o usar las camionetitas figura como tortura de mediana intensidad.
Es claro que sólo una Caracas poblacionalmente similar "a la ciudad más perfecta del mundo (para Chávez): Sabaneta", como diría -genialmente- Manuel Caballero alguna vez, podría manejar el Metro en esas condiciones. La huida masiva quedó, pues, garantizada.
Sólo esperemos que nadie se ponga creativo y decida que el Metro por tramos es lo mejor para Caracas. Una semana de horror es más que suficiente.
Aunque sea penitencia por Semana Santa.




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