domingo, 12 de enero de 2014

Gracias a Mónica

ELIBETH EDUARDO

Quienes me conocen saben que no veo telenovelas ni sigo el Miss Venezuela. Creo que es algo que nunca hice.
Supe que había una telenovela que trataba el tema del asperger pero sólo después de su entierro descubrí que fue su protagonista la víctima de la violencia criminal que conmovió al país durante esta semana: Mónica Spear.
Quiero atribuir a mi ignorancia sobre ella el que me sorprendió la conmoción ocasionada por su homicidio y el de su ex esposo en la autopista que va de Puerto Cabello a Valencia.
Mayor impresión me causaron las reacciones que mostraban indignación por la tristeza que recorría las redes sociales; estados y cadenas de pin y hasta de SMS.
Sobraron los intentos de explicaciones para ambos tipos de reacción. Así, @mturreiztieta se preguntó en Twitter: "¿Por qué la conmoción social? Una ex Miss #Venezuela y actriz de novelas. Este asesinato toca los tuétanos de la idiosincrasia venezolana".
Confieso que no estoy segura de que esa afirmación sea exacta.
También hubo una respuesta indignada por parte de los profesores del Pedagógico de Caracas y, en general, de la comunidad universitaria por el asesinato de Guido Méndez y su progenitora en un apartamento de Casalta III.
Con todo, esa indignación no logró apagar ni igualar el impacto del crimen que dejó huérfana a la hija de cinco años de la pareja Spear-Berry y que resultó un factor determinante en el impacto del caso en la opinión pública.

NO HAY INTOCABLES. Muchos reclamaron que el crimen de Casalta no tuvo la misma cobertura que el de Spear, por esos temas de la jerarquización periodística que resultan injustos.
Esas que explican que el gobierno pida la "despolitización" del caso de la Miss Venezuela 2004 o, lo que es lo mismo, que se trate como los muchos otros que ocurren todos los dias. Como uno más de la estadística de Patria Segura, esas que oficialmente han disminuido según el ministro Rodriguez Torres.
Y es allí donde la prensa internacional ayuda. No todos los dias matan a una estrella latinoamericana mientras hacia turismo en su propio país. El más "chévere" de todos según el ministro Izarra.
Aunque no soy de las que creo que el lobby chavista en el exterior ha logrado esconder la guerra civil de baja intensidad que se desarrolla en el país y que en 2013 ocasionó casi 25.000 homicidios, la respuesta popular e internacional descolocó al gobierno e hizo a Maduro desmentir las mentiras dichas hasta su muerte por Voldemort: "paren la matanza" es una confesión de fracaso que ya no precisa de pruebas.
Es el reconocimiento ante el mundo y a los más tercos chavistas de lo que la oposición política y social viene señalando desde hace dos lustros: la revolución bonita es el imperio del hampa y debe ser desinstalada del poder, de nuestra cultura. De nuestra vida.
Aunque le duela al gobierno, en el exterior no se entiende que sea necesario hacer turismo con guardaespalda como se ha dicho que dijo - no me consta - la ministra de comunicación.
Y eso sin que se recuerde que en esa misma autopista mataron en febrero del 2012, con un día de diferencia, al hermano del actual director del Cicpc y al jefe de la policía del estado Guárico.
Sin embargo, el hecho de que una figura "conocida y amada" como Mónica Spear no lograra la misericordia del "hombre nuevo", significa que el resto de nosotros estamos perdidos.
Por ello creo que la respuesta masiva apunta a la suma de todos los miedos y las rabias.

LO QUE EL VIENTO SE LLEVÓ. Siempre he coincidido con Ruth Capriles en que nada muestra mejor la pequeñez de los problemas personales frente a las grandes tragedias colectivas como esa secuencia en "Lo que el viento se llevó" en que Scarlett O'Hara sale a buscar un médico que le salve la vida a su rival quien tiene un parto complicado. Se le ve, desesperada, preguntar por un doctor le a los soldados heridos que encuentra a su paso.
La toma de la cámara se abre y vemos primero que toda la calle está llena de cuerpos entre heridos y muertos. Se abre más para que nos demos cuenta que son cuadras y cuadras - casi una ciudad completa - llena de los soldados victimas de la guerra de secesión.
En ese punto, sabemos que ningún médico va a llagar a salvar a una mujer, por rica que sea, que está muriendo en un parto.
El asesinato de Mónica Spear y Thomas Berry parece haber logrado el mismo efecto: que la gente deje de pensar que la inseguridad es un problema estadístico o personal para que la veamos como una realidad que el gobierno debe reconocer y asumir. O, al menos, que cargue con la culpa de armar al malandraje sin pensar en las consecuencias.
Que el pueblo chavista vea a sus artistas favoritos pidiéndole al gobierno que pare la matanza de TODOS los venezolanos impide que éste se siga haciendo el loco.
Finalmente, Voldemort y sus herederos parece que van a comenzar a cargar con los muertos que ha ocasionado la - irresponsable y criminal - revolución chavista.
Eso es algo que el país habrá de agradecerle a la desdichada muerte de La Mujer Perfecta.
Que así sea.
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