domingo, 2 de agosto de 2015

‎EL EFECTO TSIPRAS

"El gran cambio que en Venezuela va a haber es colosal. Se resume en una oración, casi plegaria: el cumplimiento de la ley. No más. No menos"
                 @carlosblancog
                         
                                                                                                                                                                                ELIBETH EDUARDO |  @ely_e                                                                                                                                                

Recuerdo perfectamente algunos de los maravillosos trabajos publicados por BBC cuando Grecia ingresó a la zona Euro. Eso suponía que el mundo iba a despedirse de la moneda de curso legal más antigua de la humanidad: el dracma.
Y, tal vez, no fue la primera de la historia. Pero seguía viva y solo la promesa de llevar a Grecia el bienestar asociado con el euro parecía haber convencido al pueblo y al Estado griego de que valía la pena.
El problema fue que nadie le explicó ni a la ciudadanía ni a los políticos griegos que para vivir como alemanes (que pasaron 40 años pagando la deuda "adquirida" por los nazis) hay que producir, trabajar y pagar impuestos como un... alemán.

PROMESAS ROTAS. Y aunque ahora la Unión Europea sea vista como una gran tecnocracia fascista es curioso que las naciones bálticas ex soviéticas acompañen a Alemania y Holanda en sus exigencias de "orden" a un estado griego que levantó una burbuja de bienestar a punta de presupuestos falseados y préstamos para (mal) gastar, no para producir ni para reinventarse.
¿Lo peor? Qué los socialistas-populistas no sólo hayan ganado las elecciones sino también el referéndum, porque eso indica que el pueblo griego se siente víctima... pero no reconoce la causa, el discurso ni las acciones que auténticamente han ocasionado su tragedia. 
Y es ahí - no en las posibilidades de un default - en donde la tragedia griega recuerda a la de Venezuela: en la incapacidad de madurar y entender que las promesas voluntaristas no hacen milagros. 
Nos guste o no.

DE AJUSTES Y TRAIDORES. Así que, mientras la izquierda del mundo señala a Tsipras como traidor, la verdad verdadera es que solo es un fraude: uno más de la izquierda populista a la que le cuesta aceptar que no se puede "redistribuir" la riqueza que no existe. La que no se tiene.
Y si se intenta dar una ilusión de bienestar gracias al crédito, hay que tomar previsiones (guardar alguito) para el día en que toque pagar la vida... más los intereses.
Es cierto que, para los países que llegamos tarde al desarrollo industrial, la riqueza parece un privilegio inalcanzable y no un sueño que podemos lograr. 
Pero, como lo alemanes, quizás debamos comenzar a ver a los traidores en quienes nos prometen un imperio de 1.000 años, ser una potencia solo porque somos el pueblo elegido; por los dioses que puedan existir; porque fuimos la cuna de occidente y tenemos derecho a "recuperar" el lugar que tuvimos. Porque fuimos libertadores. Porque tenemos petróleo... Porque ellos lo dicen.
Esos falsos mesías, inexorablemente, conducen a sus pueblos a armagedones de miseria más temprano que tarde.
La pregunta es ¿cómo desmontar la "cultura" en torno al populismo? ¿A la riqueza sin esfuerzo?
A los alemanes les llevó perder no una sino dos guerras y, además, saber que nadie los quería en ninguna parte. Tocaron fondo.

LA ISLA DE LA FANTASIA. En el caso de Venezuela, tenemos el dudoso mérito de acercarnos a la hiperinflación casi TREINTA años después de que TODOS nuestros vecinos la superaron porque no hemos entendido que los controles generan bachaqueros y que el petróleo no nos hace ricos. Sólo esconde, de vez en cuando, nuestra miseria.
Comprender que tenemos que avanzar hacia un país en que todos los funcionarios públicos sean útiles y eficientes; en que las empresas estatizadas vuelvan a ser privadas y donde el Estado no "viva" del petróleo es una lección que nadie nos ha enseñado y no hemos aprendido por nuestra cuenta. 
La verdad, como dice mi amigo Adolfo Manaure, es que la "cultura" que hizo popular al chavismo es mayoría en el país. Si el PSUV - en su momento - no logró tener más gente fue porque "se acabaron las entradas".
Apuntalar nuestra tendencia emprendedora y capitalizar el conocimiento técnico que ahora vive en el extranjero llevará tiempo y no será fácil.
Y la crisis está lejos de tocar fondo. Aunque quisiéramos que PDVSA siga siendo estadal, lo cierto es que perdió la competitividad y estamos cada vez más cerca de perder la capacidad de exportar petróleo de la misma forma en que ahora importamos gasolina y algunos otros derivados.

Me horroriza terriblemente que repitamos la historia de Argentina en donde la desgracia del peronismo es, a la vez, gobierno y oposición.
Siempre he creído que, para evitar eso, "la salida" es que el chavismo-socialismo toque fondo.
Si, hay que ganar la asamblea. Pero Maduro debe seguir en el gobierno hasta que el modelo colapse. Y nosotros con él.
Ningún gobierno opositor sobrevivirá seis meses si se hace un revocatorio para luego anunciar el ajuste macroeconómico que intente que la inversión extranjera nos rescate del hueco en el que todavía nos estamos hundiendo.
Atajar a los radicales y convencerlos de esto es casi tan difícil como conquistar al chavismo. Pero es lo que toca a quienes solo tenemos este país como alternativa.
Por ahí hay que empezar. Así de simple. Mientras, oremos porque las campanas que doblan por Grecia nos ayuden a evitar que lo hagan por nosotros.
Amén.


Enviado desde mi smartphone BlackBerry 10.

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