domingo, 30 de junio de 2013

HONORIS CAUSA

ELIBETH EDUARDO

Eran más de las 8 cuando me desperté y supe qué me había quedado dormida. Y, aunque las convocatorias no suelen ser puntuales, era más probable que llegará cerca de las 11 que de las 10. Parecía demasiado tarde. Puse Globovisión. Nada, por supuesto. La nueva gerencia, si iba a mostrar los preparativos de una marcha, no sería la nuestra.
Dudé. Quizás - solo tal vez - no era tan importante ni tan urgente. Después de todo, bastaría con la comunidad universitaria: profesores, estudiantes... Pero me dio miedo al pensar en los administrativos y obreros.
Tuve la tentación de poner VTV para ver como iba el preparativo de la otra.
"¿Es tan importante?", me pregunté de nuevo. Y recordé la muy desagradable arenga de Jorge Rodriguez diciendo que la marcha no estaba permisada y no se cuanto. Recordé al Presidente proclamado por el CNE diciendo - mas o menos - que "ya tienen el mejor aumento de todos los tiempos.¿Qué más quieren?". Recordé un autobús quemándose a pocos metros de la escalera del Aula Magna. Recordé la fachada ahumada de rectorado debido a ese incidente terrorista del cual nunca habrá responsables. Al menos mientras dure este gobierno.
Recordé que los egresados TAMBIÉN somos comunidad universitaria, inclusive según la visión del asambleísmo tumultuario del chavismo.
Finalmente, recordé que no sé quién sería ni qué vida hubiese tenido si no hubiese estudiado en la Universidad Central de Venezuela y que el cambio más importante de mi visión del mundo como adulto me lo dio iniciar mi maestría en la Simón Bolívar.
Los amigos que amo, los que amé, aquellos en los que dejé de confiar... Los profesores que admiro y admiré; los amigos que me ofrecieron su hombro cuando lloré por las grandes tragedias de mi juventud y que compartieron conmigo esos momentos felices e inolvidables que parecen salidos de un cuento de Alfredo Sainz Blanco (@sainzblanco)... Todos ellos, de una u otra manera, están anclados a esas dos universidades.
No dude más. Salté de la cama y me metí a bañar

LA OTRA MARCHA. Ya sin dudas, me preocupaba la capacidad de convocatoria del gobierno más que su maquinaria comunicacional para imponer manipular acontecimientos
La lucha por la autonomía, por la universidad de calidad e independiente es la lucha por la libertad de pensamiento. De elección.
Muchos no pueden verlo y piensan que es un problema de dilapidadores consentidos.
Pero Dios vela por su criaturas: en el terminal de Caucagua encontré dos estudiantes de Estudios Jurídicos de la Bolivariana, tan retrasadas como yo, pegadas al teléfono esperando instrucciones o a alguien, sin mi convicción ni entusiasmos. Me tranquilizaron.
Mientras subía a Caracas, mi miedo se apaciguó: los dos autobuses oficialistas que encontré en el camino me parecieron pequeños y uno de ellos iba casi vacío.
No habia cola así que asumí que él gobierno no habían hecho de nuestra marcha ni de su némesis una gran prioridad, pensando seguramente que la nuestra sería de cuatro gatos, especialmente después del cambio de ruta y del tira y encoge del permiso. Me alegre de estar allí. Podríamos ser cinco gatos. Me preocupó la hora.
Entrando a Petare llamé a mi compañero de marcha y supe que no era la única retrasada.
Revisé el Twitter y vi al doctor Elías Pino (@eliaspino) anunciar que iba tarde a marchar.
Me animé: quizás podríamos hacer que Jorge, Maduro y Calzadilla se mordieran los labios de las mas profunda... infelicidad.
Pero la salida realmente me sorprendió. Aunque llegamos a la vanguardia que cerraban los apasionados chicos de la Simón, todos los "retardados" iban detrás de ellos. Y eran muchos.
La punta, además, no era visible y la bulla alrededor de gente de la UDO - incluyendo la extensión Cantaura, hasta ese momento desconocida para mi - y la UPEL era estimulante. Lo mejor fue toda esa gente de la generación de mis padres que marchaba para que sus nietos pudieran estudiar en versiones mejores de la su alma mater. Me conmovieron profundamente.
Los egresados estaban honrando un sábado el compromiso de su formación. Una deuda eterna.
La clase media en ascenso de la República Civil le recordaba al gobierno militarista la consigna que heredamos de la Generación del 28 y nos renovó el Mayo Francés: "viva la uuuu niversidad. Fuera la bo, fuera la bota militar".
Al llegar debajo de mi querida UCV una consigna me erizo los vellos mientras encontrar a Pompeyo Marquez, sentado en un taburete un poco mas allá de la parroquia universitaria, me nubló la mirada.
Pero fue ver la avenida Los Símbolos y, sobre todo, la avenida Victoria, serena, despierta y solidaria, con sus panaderías abiertas, sus talleres trabajando y sus edificios saludando la causa universitaria lo que me dejó claro que nadie creyó que esa marcha sería violenta. O que no era importante. O que no debía ser respaldada.
Banderas y carteles de gente que abogaba "porque logren sus salarios justos" me dijo que el país civil y que aspira ser mejor sigue creyendo, respaldando, confiando y amando a la universidad pública. Bendito sea Dios...
La otra marcha desapareció de mi mente para siempre mientras me quedaba con la alegría del país de la esperanza y las oportunidades.
Esta tierra de gracia, de nuevo, se me pareció mucho a mis amados jardines de la Tierra de Nadie detrás de la Biblioteca Central.
En ese momento, me importó un carajo la convocatoria del gobierno. Supe que la consigna que decía que este gobierno se acabó (como el presupuesto universitario) quizás no era una exageración.
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