viernes, 21 de septiembre de 2018

CUANDO PETER ATACA

"Tiene razón entonces Nicolás Maduro al hablar de "guerra económica". Para él la economía es un arma de destrucción masiva", Fernando Mires.

Elibeth Eduardo | @ely_e

Eran los tiempos en que Bruce Willis instaurada en nuestro inconsciente colectivo la imagen de un héroe herido aunque invencible mientras los gringos descubrían que el Rockefeller's Center ahora era japonés.
Conceptos como Cultura Corporativa, Calidad Total y Productividad eran los habitantes de los libros que poblaban las librerías: manuales del éxito en el nuevo mundo.
Entre las decenas de nociones que surgieron hacia las décadas finales del siglo XX, uno de ellos atormentaba a los ambiciosos que anhelaban el rápido éxito profesional: el llamado Principio de Peter. 
Según el mismo, toda persona asciende hasta alcanzar su máximo nivel de incompetencia y es incapaz de darse cuenta de que el ascenso recibido (o por recibir) será para algo que hará mal.
La creencia común es que este concepto advertía que cualquiera de nosotros podría sufrir del "Síndrome de Peter Pan" en el ámbito profesional.  Sólo que mientras el personaje de fantasía NO QUERíA crecer, las víctimas de la versión profesional no eran conscientes de su mal.
¿La causa del síndrome estaba en el deseo inconsciente de evitar ser "adulto" (responsable del trabajo de otros) en el aspecto laboral?
Tal vez. Pero nunca me atreví a preguntar.

EL ENEMIGO EN EL ESPEJO. La verdad es que el "Principio de Incompetencia de Peter" (PIP) fue expuesto en una tesis de grado de Ciencias de la Educación presentado en la Universidad del Sur de California por Laurence J. Peter, cuyos resultados fueron recogidos en el libro The Peter Principle (1969).
Luego de observar estructuras, jerarquías e ineficiencias organizacionales, en especial por parte de empleados públicos, el autor coincide con Ortega y Gasset: el primero en dejar constancia de este fenómeno en 1910. 
Según el pensador español:
"Todos los empleados públicos deberían descender a su grado inmediato inferior porque han sido ascendidos hasta volverse incompetentes".

Lo peor es que, aunque ninguno de los autores lo menciona, el cielo es el límite: la incompetencia es más evidente mientras más alto y poderoso es el cargo, en especial si es la política y no los méritos lo que determina el nombramiento. 

PRUEBA DE CONCEPTO. Al igual de lo que ocurrió en los países de la esfera soviética, Venezuela se ha convertido en un gran laboratorio psico -social - económico en el que se verifican experimentalmente teorías que sería reprochable intentar probar en grupos humanos.
Volviendo al PIP, el que la eficiencia de las empresas privatizadas en los 90 (como CANTV o Sidor) se haya venido a pique en los últimas dos décadas es suficiente demostración.
Otras organizaciones que mejoraban con meritocracia como Hidrocapital o el Metro de Caracas han tocado fondo debido a una larga cadena de incompetentes en puestos demasiado técnicos y altos como para que su (in) acción resultara inocua.
Quizás las pruebas más contundentes sean las dos empresas más exitosas que el Socialismo del siglo XXI pulverizó: por un lado, la centenaria Electricidad de Caracas que nos libro de grandes apagones hasta que Corpoelec se la tragó.
Del otro lado está PDVSA, la cual pasó de ser una de las cinco productoras estatales de energía más importantes del mundo a triplicar su nómina, importar gasolina y ser casi incapaz de producir crudo. Los dos últimos en sólo un lustro.

EL FIN DE LA INERCIA. El caso de la petrolera estadal es muestra de que el incremento de personal "se hace para poner remedio a la incompetencia de los superiores jerárquicos", entre otros males.
Claro que esto no impide que las cientos de nuevos empleados no sean ascendidos a sus respectivos niveles de incompetencia... con las consecuencias previsibles.
Así, veinte años de cultivar y premiar a los inútiles se comieron los excedentes en agua, electricidad, gas y orimulsión que tuvieron algunas regiones e impidieron las mejoras en el ámbito nacional.
Ha sido el transporten sin embargo, el servicio en el que el deterioro fue más rápido y evidente (si cabe), en especial en la región Capital.
No sólo las nuevas líneas del Metro fueron retrasadas y/o detenidas: tampoco se avanzó hacia los Altos Mirandinos y se engañó una y otra vez al país sobre los avances del tramo Guarenas - Guatire.
Cosas similares pasaron en Valencia y Maracaibo. Ni hablar de los trenes de la región central que abaratarían el traslado de alimentos en todo el país. 
Ahora que la escasez (y costo) de los repuestos ha logrado arruinar a los transportistas, éstas obras dejarían tanto a Maduro como a su predecesor como próceres de la patria nueva.
Por el contrario, sus resultados ratifican por qué debe perseguirse a corruptos y dictadores: son armas de destrucción masiva que atentan contra los derechos humanos.
El ataque del Principio de Peter a todas las instituciones y servicios de Venezuuea nos transforma en un modelo para el mundo. 
Pero de lo que una sociedad - población o nación debe evitar a toda costa. Forever. And ever.
O morir en el intento para no lamentarlo.

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