lunes, 8 de enero de 2018

LECCIONES DEL FIN DEL MUNDO


“Los radicalismos de izquierda, de derecha o de nada, son pulsiones de muerte, subterráneos rencores que entorpecen para construir. [… En Venezuela] Son una plaga de langostas que malbarató la posibilidad del cambio” @CarlosRaulHer

Elibeth Eduardo | @ely_e
Contrario a lo que pueda creer la mayoría, todos los líderes opositores que anticiparon el Armagedón si no se realizaba el Referedum Revocatorio en 2017 acertaron con su consigna de “ahora o nunca”. Lo curioso es que lo hicieron estando totalmente equivocados.
Se sabe que la visión retrospectiva es 20/20. Por eso queda claro que los esfuerzos épicos que se realizaron en 2016 para lograr el RR merecían una mejor causa.
Y es que si la ANC soviética fuera seria, además de eliminar la silla eléctrica de la Alcaldía Mayor de Caracas borraría de la constitución en proyecto (que se sancionará en el 2000NUNCA) el referéndum revocatorio.
A fin de cuentas, los caprichos del CNE lo han anulado de facto desde 2003. El mecanismo – desestabilizador por diseño – sólo le servía al chavismo de los primeros años como esperanza de una rápida vuelta al poder en caso de un giro de la suerte.
Gracias al error abstencionista opositor de 2005 que permitió “PRIformar” el Estado, el RR es innecesario.
¿Pudo haberse logrado este referendo en 2016? Sólo en unas DÍEZ reencarnaciones.
FALSOS POSITIVOS. Más viable era ganarle la mitad de las gobernaciones al régimen y comenzar allí a desmontar su poder.
Es cierto: la política no es como la física y no tiene leyes inalterables. Pero el entusiasmo por el triunfo parlamentario hubiese permitido duplicar los actuales resultados y llegar a la (inevitable) negociación con mayor fortaleza: con menos muertos y frustración a cuestas.
Pero quienes izaron las banderas del paro y los “calle-calle” no ven su contribución al agravamiento de la situación de muertes por inseguridad, escasez, hambre y, ahora, hiperinflación que, por cierto, no estaba en la cuenta.
Para desventura del país, la mayoría de los políticos y periodistas no entienden de economía y, por tanto, no anticiparon en toda su dimensión la catástrofe que supone la quiebra de PDVSA.
En cambio, al igual que los personajes del Espejo Curvo de Chejov, prefirieron engañarse con lo mayoría absoluta de la AN, en vez de reconocer lo precario de la ventaja: apenas 56%.
Hiperinflación-Guerra-AN.jpg
EN DELIRIO. Tal cifra era para nada espectacular después de dos presidencias chavistas por lo que debió ser tomado con mayor humildad.
Es claro que los políticos opositores han fracasado en (re)conocer los talentos chavistas. Ni hablar de los radicales que repiten los errores de la violencia y el abstencionismo con una regularidad que se mueve entre la locura, la estupidez y el colaboracionismo.
No parecen entender lo que saben tanto el Estatuto de Roma como la Corte de La Haya: los regímenes dictatoriales y totalitarios funcionan como un ejército de ocupación. Es por ello que las “nomenklaturas” del mundo terminan tratados como criminales de guerra.
Además, los cubanos han demostrado su maestría en la guerra psicológica, aliñada con populismo: medidas como la fallida “Misión Pernil” y el reciente “Gammazo” son expresión de esto.
El objetivo final es mantener la indefensión aprendida y disolver la resistencia opositoras en micropartidos: que sean lo que fue (todavía es) la izquierda criolla.
STALINGRADOS. Por fortuna la “gran” derrota de las Municipales dejó muda a la – hasta hoy – gran figura abstencionista.
Obvio: el carnet de la Patria, la mudanza de centros y los apagones no impidieron que la existencia de testigos opositores así como una mayoría de verdad le arrebatara al gobierno el triunfo absoluto, incluyendo plazas simbólicas como San Antonio de los Altos o la indómita San Cristóbal.
No, ningún ventajismo fue suficiente para darle el gusto al diputado Cabello de colocar la bandera de “territorios liberados” en las plazas Altamira, Brión y Alfredo Sadel.
La llegada de la hiperinflación (“imposible en un país petrolero”) y el fin del mito de que “no se les puede ganar nunca y en ninguna parte” nos dicen que el “mundo” que conocimos en Venezuela – económico y político – murió en 2017.
Eso no hace que 2018 sea menos brutal pues los déficits económico-políticos de las clases pobres y medias las transforman en instrumentos de radicales de dudosa formación republicana-democrática.
El objetivo no es unir a la oposición sino al país para que se organice desde abajo (¿aprovechando los CLAP y Consejos Comunales?) para avanzar y resistir.
Y, por favor, respire. Intente no morir. Lo necesitamos para votar.

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