domingo, 8 de octubre de 2017

TIEMPO DE HURACANES


“Por nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos. Para que no lleven nuestras mismas cicatrices. Que sepan… que no nos rendimos” John Connor, Terminator Génesis.


Elibeth Eduardo | @ely_e
Es un hecho indiscutible que Carlos Ponce se ha ganado su ingreso a la lista negra de celebridades de derecha del Poliburó venezolano al afirmar que el (devastador) huracán Irma ha debido llamarse – más bien – Maduro. Creo que ya no hay chance para un “Nicolás”. Al menos no este año.
Es probable que a Ponce no le importe la inclusión en ese club. Después de todo, está en buena compañía junto con Willie Colón, Alejandro Sanz, Jared Letto y Alyssa Milano, por hablar de los más conocidos, tenaces y persistentes en sus apoyos a la Resistencia venezolana.
Pero la (¿trágica?) alusión del artista boricua nos permite recordar un momento de nuestra historia reciente en que una tormenta evitó uno de los “autosuicidios” que suele propinarse la clase medida/alta opositora cada vez que se “friquea” como Laura Pérez, la sin par de Caurimare.
Curiosamente, no nos referimos a 1999: cuando hayamos puesto la historia donde va, ese año será recordado como la masacre en Vargas que Voldemort permitió… porque la gente tenia que votar. Por eso no los desalojaron antes.
Por desgracia siguió lloviendo, el Ávila se transformó en Vesubio y borró comunidades enteras de la faz de la tierra.
Pero había que decir "Sí-Sí" a la Constituyente. Y resulta que, ahora, es que nos “damos cuenta” que son unos asesinos…
EL CISNE NEGRO.  Pero no me refiero a esa tragedia sino al guayabo político gigantesco de haber sido derrotados (me incluyo) en el Referéndum Revocatorio que se ganaba (seguro) el año antes: cuando tocaba hacerlo.
Como vemos, el gobierno recurre a sus fórmulas probadas, esperando tener la misma respuesta de los (necios) opositores que no saben (¡todavía!) quién es el enemigo.
Mientras la abstención de la clase media-alta caraqueña estaba a punto de reelegir por default a Diosdado Cabello como gobernador, un hecho de Dios le dio el triunfo al alcalde de Baruta: Henrique Capriles Radonsky.
No porque fue a hacer campaña con el agua al pecho en Higuerote cuando ni Cabello ni Voldemort aparecieron. Fue su regreso volando a asistir a los millones de baruteños y hatillanos atrapados en la Autopista Francisco Fajardo debido al desbordamiento de una minúscula quebrada frente a La Carlota.
Eso dejó en claro a los votantes que no bastaba con tener servicios privados (aun hoy pueden pagarlos) de vigilancia, aseo y agua: no, un gobernador (o alcalde) pendiente puede ser... y fue de vida o muerte.
La tormenta tropical que ocasionó eso pudo tener cualquier nombre. Para quienes pasaron hasta OCHO (08) horas de cola se llamaba “Diosdado”.
OTRA VEZ ROSALINDA. Hoy, sólo aquellos que hayan olvidado la gestión de Cabello en Miranda y la del candidato del PSUV en los ministerios de Educación y Deporte pueden creer que no hay que hacer todo lo posible por elegir a Ocaríz.
Pero, debo reconocer que me aterran los paralelismos: el que Terminator Génesis haya colocando el nuevo Día del Juicio para octubre de 2017 y el CNE decidiera que las elecciones de Gobernadores sean el próximo fin de semana es perturbador.
Sobre todo porque somos capaces de repetir los errores que SIEMPRE han favorecido al gobierno y que podrían, en esta ocasión, ser la lápida que la oposición le pone a sus propios muertos si debilitamos el apoyo internacional no yendo a votar para que PSUV se quede con medio país. O más.
No espero que ganemos las 18 o 21 gobernaciones que pudieron ser en 2016 o en marzo de este año. Sólo que no perdamos Miranda. Tampoco el Zulia y quisiera creer (el gobierno no puede entregar TODA la frontera de Occidente) que Tachiristán no permitirá que sus caídos lo sean en vano.
Y es que los muchos detenidos y fallecidos de nuestros históricos CUATRO (04) meses de protesta son (¡que duda cabe!) mártires de la democracia y del derecho al sufragio universal, directo y secreto.
Nos toca honrar su memoria votando, defendiendo todas las urnas y ganando cada elección que OBLIGUEMOS a que el régimen haga.
Es la manera de arrebatarles, de a poquito, su adorado poder.
Como más les duele.

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