lunes, 6 de febrero de 2017

LORD OF THE MAFIA

Dedicado a mi padre, Juan Andrés Eduardo Cartagena. A un año de su partida física sus creencias, pensamiento, obra y amor viven en todos los que lo admiramos y quisimos.

ELIBETH EDUARDO | @ELY_E
Según Nelson Bocarana, fue alrededor del 17 de enero que el otrora gobernador del estado Sucre, Luis Acuña, declaró lo que era vox populi desde hace más de 10 años: que el norte de la entidad está tomada por el narcotráfico.
Tales declaraciones en un canal nacional llevaron a que el inquilino de Miraflores le solicitará una renuncia que aceptó de la manera más irresponsable y pirata: no volvió nunca más.
Semejante actuación (y situación) explica por qué la primogénita de continente sigue en el suelo después del "Cumanazo" de junio pasado así como que grupos armados hayan querido tomar (again) la alcaldía de Río Caribe.
Esta otrora tranquila y hermosa localidad de la que provienen mis primos y el diputado José Guerra tiene el dudoso mérito de recordar (al igual que San Juan de las Galdonas) los tiempos de Pablo Escobar Gaviria en Medellín, con grupos hamponiles paseando en las esquinas con armas largas, tal como lo hacía el tristemente célebre banda de el "Picure" pero en Guárico.
Sucre y Río Caribe comparten el ser el primer estado y municipio del oriente que han perdido un alcalde a manos del crimen organizado, en un nebuloso caso sin resolución oficial.
Lo curioso es que Acuña reconociera algo que avanzaba desde Ramón Martínez y se consolidó con la mafia de los Maestre, casados amorosamente con los pranes al punto de que el entierro de uno logró paralizar una capital de estado, como - después - veríamos en Maracay, con la venia del actual VP.
SIN CAMPAÑA. Ya desde los días de Caldera (cuando mi padre realizó el censo agrícola) Carúpano era la sede oriental del dinero sucio, superando la docena de bancos, en relación casi de 4 a 1 a Cumaná.
Quizás Acuña solo quiso que lo relevaran en vista de que la salida de las elecciones no parece estar a la vista, además de que un nuevo triunfo (luego de empatar en número de diputados con la oposición) parece casi imposible.
Ya sea en lo macro o en lo micro, el carnet de la Patria no parece haberse "vendido" lo suficiente como para que chavismo se anime a unas regionales.
No importa que de nuevo los "independientes" sumen un 37,4%: la nomenklatura sabe que allí hay un 40% de opositores "Madure-vete-Ya" que siempre se vuelven abstencionistas tras las derrotas de la oposición pero que JAMÁS votarán por ellos.
Luego, hay un 20% nihilista que se mueve solo en catástrofes y el restante 40% tienen chavistas arrepentidos y zurdos horrorizados con los "resultados" de la revolución. Nada que pescar en una campaña... a menos que se trate de una "megaelección" en 2018.
LA MALDICION CHINA. A un año de la muerte de mi padre, agradezco a Dios que murió antes de tener la certeza de que nos dejó un país peor del que él recibió de los suyos.  Toda su generación (que llegó hasta el difunto comandante) creía que la renta petrolera y la democracia (más no la república) eran su herencia. Su derecho.
Cómo político, profesor e instructor, trabajó siempre por mejorar las condiciones de vida de los campesinos cacaoteros, es decir, los más pobres del país. Pero, junto a la manera de hacer política, la visión de la tierra y de vivir de ella también está cambiando debido a la debacle. Eso le agradaría aunque no compensaría su angustia por el "carnaval de hambre".
Aun hay que bregar para desactivar la maldición china ("que logres todo lo que deseas") de aquellos a que celebran decir "viste: yo siempre lo dije".
Sí: estamos en dictadura. Y salir de ella supone que veamos al país más allá de la queja (del tipo "¿Quién se ha robado mi queso?") y la malacrianza.
Afortunadamente, por primera vez desde la Independencia o los Monagas, una generación quiere recordarte al país que la política se hace desde el Parlamento, creando leyes que construyan un nuevo proyecto de país y de Estado, procurando la restauración de la República.
Es un cambio cultural que tiene un rezago de 200 años: va a costar. Hay que hacer en primera persona: "Debemos" en lugar de "Deberían mejorar".