domingo, 19 de junio de 2016

ADIÓS, CARACAZO, ADIÓS


"Código Mínimo: Si vives en el exterior no puedes mandar a nadie a salir a la calle para enfrentar al régimen. Demasiado "freskolita"." @vjmc

ELIBETH EDUARDO 
@ely_e

La tragedia de Cumaná - la primogénita del continente - ha dejado al descubierto todos esos mitos y leyendas del imaginario político que tenemos la obligación de dejar atrás cuando logremos salir de esta pesadilla por la vía democrática e institucional y contra todo pronóstico.
No es fácil. No lo ha sido. No lo será: el gobierno usa todo su talento para que esa ruta sea un vía crucis que la gente prefiera evitar. La Odisea es un libro heroico y los asesores del G2 del gobierno cuentan con que ya no somos la "tierra de libertadores". Tal vez se equivocan.
Pero volvamos a los otros mitos de nuestra identidad. El primero y más importante que queda muerto con el "Cumanazo" es el de la necesidad de que "bajen los cerros" o haya una "insurrección popular" ("Calle, calle, calle") que invocan los salidistas y otros radicales dizque demócratas.
Así como ha quedado demostrado que el aumento de la gasolina no fue la causa a priori del "sacudón", también debería ser indiscutible lo que muchos trataron de obviar en 1989: fue la masacre y no los saqueos los que representaron una derrota mortal para la clase política.
Lógico: la represión en democracia no admite "aplastar al enemigo" como no logra entenderlo el chavismo, poniendo en evidencia su gigantesco déficit democrático. 

LO QUE NADIE DICE. Los saqueos son delincuencia y miseria, que dejan a las comunidades en situación  de guerra (auténtica, no retórica) y que aumenta la escasez a niveles que los cumaneses decentes ya comienzan a lamentar como lo ha recogido (desgarradoramente) la BBC.
¿Se va a ganar algo mejor que "impulsar" un estado de conmoción que "suspenda" el revocatorio? Probablemente no... porque al gobierno tendrían que importarle las protestas y eso nunca ha sido así.
Por eso el 2014 solo dejó muertos y presos políticos aunque la contra sifrina no lo reconozca. No podía ser de otra forma: habíamos perdido arrolladoramente unas municipales en los que los "salidistas" llamaron a la abstención era una clara muestra anti-democrática.
Porque esa es una tragedia que el continente apenas supera y en la que el chavismo es una clara muestra de retroceso: la democracia nos gusta cuando ganamos y nos hace felices. Cuando no, preferimos una "cachucha" y algunos todavía sueñan con el orden y la seguridad de Pérez Jiménez cómo si este no hubiese sido el gobierno más militar de nuestra historia pues hasta Gómez tuvo mas ministros civiles.
Quizás sea el mito del "país de libertadores" lo que hace que algunos sueñen con batallas de calle épicas, recordando las bolas ucranianas y la Primavera árabe.
O lo hacían antes de que ambos procesos de calle terminarán - respectivamente - en la recolonización rusa y el surgimiento de ISIS... Así como la Revolución Francesa terminó en la dictadura "imperial-militar" de Napoleón, el héroe al que admiraba Bolívar, quien nunca fue ni enteramente republicano, ni particularmente demócrata como se han empeñado en hacernos creer.
No era Linconl. Ni José María Vargas. Ni Simón Rodríguez. Ni Andrés Bello.
Es triste. Pero tenemos que aprender a vivir con eso.

CUANDO PIERDE VINOTINTO. Y es que la contra sifrina y los saqueos tienen en común que son lo peor de nosotros: lo mismo que emerge cuando pierde la selección nacional de fútbol. Las respuestas airadas, absurdas y malcriadas dejan en claro que los esfuerzos para lograr las cosas son algo que muchos de nosotros no valoramos y que el chavismo - con sus mendrugos-misiones - no ayudó a corregir. Todo lo contrario.
De alguna manera, una buena parte del país es expresión de los (hombres) blancos, anglosajones y protestantes a los que encarna el Voldemort gringo llamado Donald Trump: creemos que merecemos lo mejor y vivir como ricos (trabajemos o no) porque sí. Por ser "americanos". O venezolanos, en nuestro caso.
No resistimos que la nuestra no sea la mejor selección del continente. Por eso le vamos a Brasil que es el tetra campeón... aunque ahora la Vinotinto haya llegado más lejos.
Por eso queremos escupir a políticos y jugadores que nos recuerdan que no somos perfectos y no nos dan los triunfos que esperamos. Aunque tengamos dos de los goles más notables de la Copa y uno de los mejores desempeños defensivos... incluso frente a Argentina. Esos que llamaron a paro y a la salida tampoco reconocen los esfuerzos de Salomón Rondón, Se parecen demasiado a la llamada izquierda borbónica: no aprenden, no olvidan. Ni reconocen errores.
Para y por ellos estamos en esta crisis: para que maduren y se den cuenta que pensar así es justo lo que nos metió en el hueco en el que estamos. Es la Venezuela que construimos. O destruimos.
La que nos merecemos por haber malgastado la riqueza en prótesis mamarias y equipos electrónicos pagados por un dólar barato. La que nunca pensó en que debíamos tener mejores escuelas y hospitales públicos... por si llegaba el momento en que no podíamos costear lo privado.
Para no repetir la ya vivido, la Venezuela por venir debe ser de trabajo y educación. De innovación y solidaridad. De universidades que produzcan más de lo que demandan, que sean más flexibles en los títulos y propuestas. Más útiles en resolver los problemas y carencias de la sociedad.
La diferencia obvia entre el Caracazo y el Cumanazo es que los políticos en el poder durante el primero tenían conciencia democrática y trataron de que esos hechos no se repitieran. El madurismo ni siquiera ayudará a los comerciantes a recuperarse, multiplicando el desempleo, el hambre y la miseria.
La Vinotinto de Dudamel resurgió de sus cenizas. Pero no es perfecta. Salir del chavismo institucionalmente es como llegar al Mundial... para no ganarlo. Pero sí para sentirnos orgullosos y volver a ser una referencia democrática en la región. Eso sí: la Venezuela saudita se acabó. Y no va a volver aunque el chavismo deje el poder.
Es hora de crecer: cómo personas y como país. Como lo hace la Vinotinto: aprendiendo de sus fallas y sus esfuerzos. Pero con orgullo de ser, incluso al perder... cosa que echamos de menos en la derrota de México. Son unos varones. Y unos guerreros. Aunque la fanaticada nunca esté contenta y no se los merezca.
Vamos al Revocatorio. Arriba Vinotinto.