domingo, 3 de abril de 2016

‎COMO UN MANTRA

"Tu amor que fue el agüita de mi calor, el azúcar de mi café. El consuelo de mi dolor...".‎ Presagio

                                                                                                       ELIBETH EDUARDO /   @ely_e                                                                                                                                                             

Para alguien como yo que (finalmente) logró vivir de la escritura, resulta un poco frustrante que el duelo psicológico por la muerte de mi padre me prive de una de las cosas que más feliz me hace. Pero viendo que hasta los más belicosos de nosotros lucen abatidos por los esfuerzos del chavismo de convencernos que no hay manera de que nos libremos de ellos y la desgracia destructiva que representan, he decidido recordar esta nota escrita en abril de 2009 en la que intentaba decirle al país que se equivocaba al creer que los líderes de la oposición no eran una fuente de esperanza.
Hoy que se cumple un nuevo aniversario de la sentencia que mantiene encarcelados a los comisarios y policías metropolitanos por el 11A y que no puedo olvidar el dolor en la voz de mi padre porque "pusieron preso a Antonio (Ledezma)", vale la pena recordar con qué nos enfrentamos.
Pero, sobre todo, hay que recordar que es derrotable siempre y cuando no perdamos de vista que protestar no siempre es útil y no equivale a resistir.
Resistencia que encontramos en los grupos de canje que se mueven en Facebook y WhatsApp, así como las redes de "voluntarios" que surgirán pronto porque, cuando el dinero deja de valer, el talento es un activo. También resisten heroicamente los (pequeños) grupos de productores que están vendiendo café, queso, leche, azúcar por fuera de los mercados oficiales para mantener su productividad.
Estos tres ejemplos son una incipiente muestra del país que finalmente aprende que el Estado no es la nación, que la sociedad civil esta más allá de los partidos; que los ciudadanos deben defender del Estado las instituciones necesarias para la reconstrucción: empresas, iglesias. Universidades.
RESISTENCIA es trabajar el imaginario del país que queremos frente al actual que ya hemos sufrido lo suficiente para dejar de merecerlo. Ese país que habrá que reconstruir de a poco: donde el espejismo populista y el sueño estatizador estén reducidos a su mínima expresión funcional. Amén.

ESTRATEGIA BORG. Una de las más hermosas metáforas sobre los totalitarismos del siglo XX fue construida por el estadounidense Gene Roddenberry quien recogía el miedo de su generación, marcada por lo que se intuía del régimen de Lenin así como por el horror del Holocausto y el significado del mismo: la posibilidad cierta de hacer desaparecer por completo una raza, cultura, pueblo, nación, civilización o planeta.
Así, lo que resultaba más terrible de los regímenes militarista para el creador de Star Trek (la pérdida de la libertad colectiva e individual y la imposición de un pensamiento "único y colectivo") quedó retratado en la falta absoluta de humanidad de la civilización de los zombis-máquinas, operados por una suerte de Big Brother invisible que los convierte en una comunidad de insectos. No por accidente la voluntad, la única consciencia que dirige a todo el "Colectivo" es "encarnado" por una Reina, similar a la de abejas u hormigas. Los totalitarismos requieren "reyes", aunque no lleven coronas sino uniformes.
La "civilización" Borg andaba por el universo haciendo a los otros esclavos sin libertad cuando los "transformaba" en un "ser nuevo": mejor, más sabio y perfecto de lo que habían sido.
La consigna de los Borgs pretendía (y lograba) la huida de buena parte de la población para debilitar su capacidad de resistencia y aterrorizar a quienes quedaban. La misma forma parte del manual de los nazi-totalitarismos-comunismos del siglo XX, se halla suficientemente documentada y ha sido reeditada en Venezuela a través de una consistente Guerra a Muerte psicológica, aprendida de las bitácoras del G2 cubano.

LA RESISTENCIA ES FUTIL. Puesto que a Bolívar y a quienes vinieron después se les "olvidó" derogar el Decreto de Guerra a Muerte, el chavismo decidió retomar esa estrategia bolivariana para acelerar lo que Fidel le dio como recomendación: lograr que se vayan del país 4 millones de personas (de las clases adineradas y medias)… para que gobiernen tranquilos, según revelaron ya hace tiempo disidentes del oficialismo como Angela Zago, Ernesto Alvarenga y Gauicaipuro Lameda.
Visto así, los intentos por disparar la "diáspora" aún están lejos del objetivo porque apenas se reconoce cerca de un millón de venezolanos fuera, muchos de los cuales (aunque a nadie lo diga) provienen de las filas mismas de los "enchufados".
El poder absoluto pues, se sostiene en el miedo; en la desesperanza aprendida que, según todos los experimentos, nos hace preferir el sufrimiento actual antes que enfrentar algo peor que no sabemos de dónde va a venir pero que no podremos evitar.
De esta manera, desde el poder se impone la terrible consigna que Roddenberry le asignó a los Borgs para hacerlos aterradores: "la resistencia es fútil".
Necia. Tonta. Inútil. Y es que la belleza de la metáfora de Viaje a las Estrellas está, precisamente, en el hecho de que la conquista Borg (como la romana de los tiempos antiguos, la mahometana del Medioevo o la rendición actual de ISIS) sólo permitía dos opciones: la destrucción vital que conocemos como "muerte", o la aniquilación cultural que los Borgs llamaban "asimilación" y que la historia humana ha denominado (más o menos) como esclavitud. En cualquier caso, siempre moría algo de mala muerte…. Hasta aquí el recordatorio del 2009.

Ahora debemos recordar la estrategia Fabiana que rindió a Aníbal, la de los judíos en Egipto y los Cristianos en Roma: la consigna del país debe ser aprender... y resistir.
Aprender a ser distintos. Sobrevivir hasta que el avance de nuestros logros electorales (lo únicos que tenemos) nos lleven de vuelta a la república perdida.
Resistir, resistir, resistir. Hasta la victoria siempre.
Sin quejarse. O deprimirse. Porque, como con los Borgs, rendirse no es una opción.


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