domingo, 3 de enero de 2016

DE MACONDO A NARNIA

                      @FernandoMiresOI

                                 ELIBETH EDUARDO / @ely_e


Hace ya bastante tiempo, cuando trabajaba en el Semanario El Capital y el país "disfrutaba" de una de las mayores crisis bancarias de la historia de la humanidad, recibí una de las más claras lecciones profesionales de mi vida.
Por esos días los escándalos - como ahora - eran diarios y elaborar un semanario constituía un  reto absoluto. En una semana creo que de agosto, el sistema cambiarlo se suspendió (obvio) un viernes y los detalles del nuevo se darían en la siguiente semana. Pero nosotros cerrábamos los viernes para salir el domingo. Entonces, ¿con qué abríamos la primera? No logramos saber cuál era el sistema que se impondría y decir que cambiaría el sistema era circular una semana con una noticia que todo el país sabía.
Pero mi jefe, Salvatore Lo Monaco (@SalvaLoMonaco) dio con un título que permitió que vendiéramos casi todo nuestro tiraje: "Murió el crawling peg": las mini-devaluaciones diarias eran historia. 
Así aprendí que en el periodismo es preferible puntualizar y analizar lo ocurrido que especular.

CALLADITA. Luego del cierre de la frontera en el Táchira y de los lamentables ejemplos de delitos de lesa humanidad que no debemos permitirnos olvidar vino el comienzo de la campaña electoral, lamentablemente, tal como me la temía.
Abusos, desafueros, ilegalidades arbitrariedades y un largo etcétera de expresiones claras de tiranía se sucedieron sin que el CNE dijera ni "está boca es mía", dejando claro que no tiene voz propia ni intención de fijar una posición decente (menos aún independiente) de la "línea" del dúo gobernante.
Por eso, yo que estaba optimista al ver las encuestas, convencida de que la votación seguramente nos daría mayoría en el legislativo pero sin saber si podamos llegar a unas elecciones marcadas por laa violencia (lo pensé), preferí no llover sobre los desafueros: era hacerle juego al Efecto Lucifer y la indefensión aprendida que - con precisión soviética - practica el gobierno para conducirnos a la abstención y la anomia.
En consecuencia, ahora que hemos saboreado (¡celebrado!) el triunfo pacífico y democrático obtenido para horror de Maduro-Cabello, tampoco me sumaré a las voces pendejas que creen que puede ocurrir una "restauración", equivalente a resucitar a Caldera y Gonzalo Barrios. Para bien o para mal, el país que fuimos, ya no existe.
Tampoco me sumaré a los puristas ingenuos que se llaman "unidista" y piden respetar a López y a "La Salida"... a los que no se puede criticar ni con el pétalo de una rosa. Tal conducta, por decir lo menos, es un oxímoron que refuerza a los mismos radicales que nos han llevado de fracaso en fracaso: el paro, la abstención a la AN del 2005... La Plaza Altamira. La Salida... y que se apropian de los triunfos del 2007 y 2015 sin entender que son más grandes que ellos.
Que todos nosotros porque son hijos del ADN democrático y republicano del que hablaba Teodoro Petkoff y que escapa a la comprensión del G2.
A Dios gracias.

HASTA EL FONDO. ¿Significa que creo que el 2016 será "feliz y próspero? Feliz tal vez: esa es una circunstancia biográfica de cada quien. Tampoco creo que sea el "Año Uno" del nuevo comienzo. Quizás esté más cerca del semestre cero o de los cursos propedéuticos.
Y es que no puede haber salidas fáciles cuando hemos recurrido un largo camino de más de 35 años - acelerado en los últimos cinco - que combina desorden fiscal, despilfarro y desinversión hasta alcanzar la actual crisis que combina la escasez soviética con la autopista del sur: emisión de dinero inorgánico que termina en hiperinflación, entendida esta como la que tiene tres dígitos. 
O más. Esa de la que hablaba el doctor Pedro Palma en su programa "Tesis" hace unos 30 años. Pocos lo recuerdan.
Como hoy, en aquel entonces hacia falta hacer algunos ajustes para evitar ese resultado. Pero los cambios profundos no pudieron completarse y el país - con Voldemort - abrazó el modelo que garantizaba la actual tragedia, con todo y los males que aún nos faltan hasta que entendamos que el petróleo puede ayudarnos a lograr el equilibrio pero no nos hace un país rico.
Todavía falta fondo por tocar para entender que las mentiras que hemos querido creer deben ser olvidadas y que educación, ajustes, ahorro, productividad, innovación y reconocimiento del sector privado son esenciales para que dejemos de recorrer este camino de Mesías y príncipes encantados que va del subdesarrollo y los espejismos al delirio y la fantasía.
De Macondo a Narnia.


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