lunes, 31 de julio de 2023

Mientras repican los tambores 


Incluso cuando no haya parada militar en Carabobo, el 24 de junio siempre será día de fiesta en Venezuela.

Eso lo sabía Ramón J. Velásquez. Por eso le pareció un buen día para morir.

"Esa es la enfermedad profesional de los dictadores: querer ser Dios", Agatha Christie en Destino Desconocido

Elibeth Eduardo / @ely_e

No basta con tener conciencia histórica. También es buena idea tener olfato periodístico: es una cualidad útil y encantadora. Por otro lado, mi madre siempre dijo que hay gente que sabe morir.
Alguien cuyo deceso ocurrió en una de las efemérides más importantes del país y que - justo - coincide con la fiesta popular del santo más querido tiene, sin duda, todos estos talentos y cualidades.
Para mí eso se resume en tres palabras: Ramón J. Velásquez.
Periodista, historiador, abogado, político… intelectual siempre, el doctor Velásquez muere - nada más y nada menos - cuando conmemoramos la Batalla de Carabobo.
Sí: esa que - ¡por fin! - iba a garantizar que la Independencia y la República se lograrían. Todavía faltaba la batalla en el Lago, pero en tierra, aquella fue esencial.
Curiosamente, esa efemérides se celebra mientras que en toda la costa del país, desde la noche antes, repican los tambores que le cantan cumpleaños a San Juan.

Conocedor de kiosqueros y vendedores de café

Por supuesto, la alegre celebración de San Juan es muy anterior a la Independencia. Sospechosa, además, de encubrir sincréticamente la muy pagana tradición al arribo del solsticio.
Pero Ramón J. no era hombre de tambores: ni militares ni de fiesta. Estos últimos porque, como buen gocho, no estaban en su idiosincrasia.
No obstante, entendía la inportancia del "santo negro" como un hito popular. Como un rito identitario, sembrado en la Venezuela profunda.
No, no era un intelectual distante: comprendía al país en toda su tortuosa evolución y rica complejidad.

Tambores

"Yo he conocido tres Venezuelas. Y lo único nuevo que he visto bajo el sol es la DEMOCRACIA".

Tuve la suerte de ver desde el palco de prensa la maratónica sesión del Congreso de la que salió para asumir la responsabilidad de sacar del túnel a la nación cuando cruzaba uno de sus callejones más confusos, tristes y oscuros.
Uno de los resultados de esa experiencia fue su declaratoria de "independiente" cuando, más bien, se le había asociado siempre con la toda blanca.
Quizás por ello, luego, los errores y pecados de otros le han escamoteado lo mucho que hizo (fruto de décadas de estudio y trabajo) en el cortísimo tiempo de su presidencia.

En buena compañía

Reposa Ramón J. en el Panteón del corazón de los republicanos militantes, junto con Vargas, Espejo, Leoni, Ruiz Pineda, Machado, Andrés Eloy, Aquiles, Betancourt, Briceño-Iragorry, Zapata, Pancho Herrera y tantos otros.
No puede ser de otra forma: todos ellos fueron héroes civiles que - pronto - tendremos que desempolvar para que deslumbren a las nuevas generaciones por sus aportes al país.
Doctor: por ahí andan todos los libros que procuró que vieran la luz, propios y de terceros. Esto incluye los de la Fundación Herrara Luque y los que celebraron el Quinto Centenario del Descubrimiento.
También los de escritores e intelectuales que animó a escribir. La doctora Senta Essenfeld recién editó su autobiografía. Y hay un nuevo libro (el primero) sobre el MACSI de Sofía.
Otros a quienes usted inspiró están preparando ediciones.
Todos ellos son, también, su legado.
Mientras, pese a la larga noche de los últimos veinte años, aun tenemos gobernadores y alcaldes electos. Como sabe, perdimos el Senado y las Juntas Parroquiales. Ya volverán.
Las universidades resisten y se re-inventan. Los periódicos y los periodistas - con mucha dificultad -, también.
Sobrevivimos esperando la próxima batalla por la democracia, conscientes de que rendirse nunca será una opción.
Aprendemos de esa generación de oro de la que usted formó parte, hace casi un siglo atrás: la del "28".
Ustedes, como los Libertadores, recibieron muchas derrotas. Pero JAMÁS se dieron por vencidos.
Gracias por eso. Gracias por todo.
Brille para usted la luz perpetua.

martes, 28 de marzo de 2023

Decamerón: antes, durante y después del fin

"Como decía mi padre: en todo final hay un nuevo comienzo",

Mathew Clairmont en @ADiscoveryOfWTV

No es el Decameron la única historia que habla de orígenes y extinciones…

Elibeth Eduardo / @ely_e

Una de las razones por las que estoy segura de estar envejeciendo es el verificar que me enojo menos y con baja intensidad. Eso frena mi escritura la cual - por demasiado tiempo - fue profundamente catártica. 

Revisando (aún con sentimiento de culpa) por qué no escribí durante la primera pandemia en 100 años, descubro que, al parecer, no fue lo único que no hice: no recuerdo haber leído un solo libro en 2020. 

En realidad, creo que terminé uno (en inglés) que venía arrastrando desde hacía una década y empecé su continuación, aunque no recuerdo ni dónde está. 

Lo que SÍ hice fue trabajar mucho (sin dinero en contraprestación) en un sueño que no es lo suficientemente mío. No me pesa: conocí gente interesante y aprendí a manejar un buen número de herramientas para la producción de contenidos digitales. 

También descubrí lo que ya sabía: Instagram no me gusta y prefiero el podcast al video pues la voz me resulta más próxima a la escritura. 

En mi otro blog deberé reflexionar cómo trabajar de más no genera eficiencia sino burnout. De hecho, todavía tengo  entrevistas realizadas sin publicar pues no me alcanzaron las manos.

Visto así, los ChatGPT de inteligencia artificial que se han puesto de moda - como ocurre en las películas - llegaron sospechosamente tarde… 

TRABAJAR EN LAS PASIONES. Es un hecho que pueden certificar los periodistas y críticos de cualquier especialidad: dedicarse  a un área suele destruir a los "amantes" de la misma. Dicho de otra manera: tomar fotos por gusto es más divertido y apasionante que ser fotógrafo profesional. 

Lo cierto es que vivo de la escritura… cosa que logré - de nuevo - en 2021. Decir pues que tengo años sin escribir SÓLO es verdad para mis blogs. 

Por el contrario, es seguro que ahora escribo, edito y curo más textos que nunca antes en mi vida. 

Pero, volvamos a lo que SÍ hice. En resumen: 

  • aprendí a hacer videos en Canva  
  • le quité el óxido a mi francés en Duoalingo
  • y descubrí que el curso móvil de la BBC es caro, pero absolutamente espectacular.

Es decir, pulía mis "habilidades blandas", aprendía nuevos lenguajes reales y profesionales mientras me repetía (una y otra vez): "esto no es el fin del mundo… esto no es el fin del mundo… ¡ÉSTE NO ES el fin del mundo!". 

Y parece que tuve razón. Pero hay que recordar que en 2022 la cifra mundial (oficial) de muertos alcanzaba a seis millones de personas, sin contar otros tantos que fallecieron por dolencias que hoy SABEMOS que el SARS-CoV-2 puede lleva a condición terminal. 

La pandemia fue, para ellos, su apocalipsis. Como si en un solo año hubiesen desaparecido todos los habitantes de las Antillas Menores. 

Esas son demasiados islas que volverían a ser vírgenes.

COMO ODISEO U ORFEO. Así que, sin importar lo que me haya dicho a mi misma en 2020 y, por lo menos, hasta febrero de 2021, creo que puedo anotar: "de regreso del fin del mundo" en mi descripción de LinkedIn. 

Lo malo es que, el ser venezolana de la era del chavismo ya me hacia un organismo extremófilo.

De hecho, salvo por el miedo, el de la pandemia no fue - ni de vaina - el peor año: nada supera vivir un megapagón que NADIE sabe cuándo va a terminar en medio de la hiperinflación. 

Dejado atrás el fin del mundo sin que se nos ocurriera cómo escribir una obra que recogiera el más importante trauma ocurrido en lo que va del primer cuarto de siglo XXI, toca pues abrir los ojos como lo que somos: sobrevivientes que debemos honrar ese privilegio. 

Por eso retomamos este espacio para ver el mundo y la vida con ojos renovados, conscientes de que la era post Covid, con sus cicatrices, aprendizajes y legados, apenas comienza. 

Nos toca entender cómo se proyecta la sombra de la pandemia tanto en el hoy como en el mañana: ya sea a través de la IA conversacional, la guerra en Ucrania o el nuevo mundo del cine que parece escribirse ahora en clave de videojuego… porque allí, desde siempre, el apocalipsis es Now

Lo más importante, por supuesto, es que estamos aquí para contar lo que Boccacio no dijo, después de todo: cómo se vive en un mundo que está resucitando. 

Describir cuál es la historia de este reinicio lleno de locura no es fácil. Pero en eso andamos. 

 
 

Enviado mediante Bandeja de entrada de BlackBerry Hub+ para Android

domingo, 25 de diciembre de 2022

Querido Niño Jesús: Gracias por Kindle

"Todo aprendizaje genuino es activo, no pasivo. Es un proceso de descubrimiento en el cual el alumno es el agente principal", Adler, 1982.

Elibeth Eduardo / @ely_e 


Aclaremos algo de entrada: nunca he hecho esto. Una de los hechos curiosos que distinguió mi niñez fue que mi madre no nos crió con la creencia de regalos traídos por ningún tipo de magia: ni Santa ni Reyes ni nada que se le parezca. Eran fuerzas que permitían que pasarán las cosas pero no las HACÍAN pasar. 

Por lo tanto, jamás hice una carta que dijera "Querido Niño Jesús" o "Querido Santa". Nunca. 

¿Por qué comienzo entonces de esa manera? Ni idea. Terapéuticamente puedo inferir que es una  forma (muy loca) de reconocer que la magia es algo que - de una u otra manera - siempre hace falta en nuestras vidas. Como el ejercicio. 

Dicho esto la segunda aclaratoria es que no tengo dispositivos exclusivos para libros: ni Amazon u otra marca. 

Sin embargo, gracias a la revolución tecnológica de las aplicaciones, descargué en mi móvil este año la versión para Android de Kindle. 

Seguro que no es lo mismo pero, como no tengo referencia de nadie que posea un eReader, ha sido toda una experiencia. 

Lo único que lamento es no haberme animado antes aunque creo que no tenía un equipo que lo permitiera. 

Que nadie malentienda: por supuesto que he leído libros en digital pues el PDF es una gran cosa. Ideal, además, para quienes perdemos la agudeza visual en nuestra juventud prolongada. 

Pero lo que ofrece Kindle (Google Books se queda absolutamente corto) es mucho más. 

AMIGOS FIELES. No recuerdo en qué momento de mi vida me enamoré de los libros. Solo sé que fue temprano cuando descubrí la magia de las palabras hermosas, de las frases construidas bellamente; de las ideas expuestas con claridad y pulcritud. 

Quizás tenía nueve años. Tal vez diez. Solo sé que al ser tocada por ese hechizo, nunca más pude despegarme de los libros. No voluntariamente. 

Sufro de la maldición de muchos otros lectores de haber perdido (muchos) libros que eran importantes para mí en manos de ladrones (a veces descarados) para quienes nunca tendrán el mismo valor. 

Este amor que me ha acompañado toda la vida y que, incluso, influyó en mi elección profesional es algo que me define mejor que mi nombre, mi color de ojos o de piel.

Pero no ha estado tal relación exenta de lágrimas y desencuentros: hay una lista persistente de libros que he tenido (por regalos) o comprado una y otra vez que, sin embargo, mágicamente nunca están a mi alcance. No me lo explico. 

Faltan siempre, sin que pueda releerlos cuando me provoca, aunque sé que los adquirí para tenerlos a mano.

La maldición de Sísifo ha teñido de vacíos mi relación con estos amigos que, hoy y siempre, forman parte de mi. 



UNA PASIÓN FÍSICA. Por otra parte, soy creyente: estoy convencida de que, como el lenguaje, el libro es uno de los más grandes avances tecnológicos de la Humanidad. 

Hay que colocarlo junto con el desarrollo de herramientas y el amor por el juego. Esas pequeñas cosas que nos definen como especie. 

Por ello me resistí tanto a la opción digital. Todavía creo que vale la pena comprar libros para tocar y oler: es un hecho que no requieren electricidad así que uno puede acceder a ellos en cualquier parte y condiciones. Casi. 

Lo que hace maravilloso a Kindle en el celular es la sensación de que llevo a quienes amo en el bolsillo. O la cartera, para ser exactos. Allí, cerquita de mi. 

Además, Kindle ha facilitado mi lectura en inglés, acelerando un proceso en el que ya me había dado por vencida. 

Y aquí me detengo: nunca pensé volver a vivir la emoción de enamorarme de las palabras. Ese amor que me llevó a los libros. 

Este año fue al revés: una serie me empujó a un autor. Leí los libros en español y sentí la necesidad imperiosa de leerlos en idioma original… porque la traducción españoleta hirió de muerte mi disfrute en castellano latinoamericano. 

VACUNA ELECTRÓNICA. Por eso llegué a Kindle. Pero me ha permitido una renovación de los votos de amor por las palabras. 

Descubrí que la literatura, junto con la amistad, es de los mas hermosos inventos del ser humano, como lo consagra Aquiles Nazoa en su Credo. 

El regalo de Kindle me deja apropiarme de una lengua extranjera (varias gracias a Deborah Harkness) de manera tal que me he enamorado de leer, una y otra vez, como aquella niña que siempre llora por el viaje de El Principito. 

Lo leeré en francés el próximo año, cuando esté lista para llorar de nuevo de esa manera. 

Tocar posibilidades que ni se me habían ocurrido me lleva a dar gracias al Niño Jesús, quien me trajo mucho antes de Navidad una varita mágica para volver en el tiempo, evolucionar y cambiar mi año. Tal vez mi vida como lo hizo BlackBerry cuando me dio la libertad para escribir (y trabajar) en cualquier lugar. 

En su momento le di gracias al BB porque me permitía tener este blog, aunque no tuviera PC. 

Parece el destino que mis computadoras vivan poco o se dañen con frecuencia, de la misma manera en que mis libros favoritos desaparecen. 

Es otra cosa maravillosa que tiene Kindle: no tengo por qué tener sino aquellos libros que quiero leer. 

Con la generosidad de Amazon he recuperado libros que creí perdidos de mi vida para siempre, incluyendo el Decameron que tanta falta me hizo en pandemia. 

Así que me declaro amante de Kindle. Hasta que la muerte nos separe. Por favor, que nadie le venda esa empresa a Elon Musk.

Es bueno saber que, pese a las limitaciones infinitas de la madurez, para los adultos el "Querido Niño Jesús" no caduca en Navidad.


lunes, 7 de diciembre de 2020

DOCTORES MADE IN PANDEMIA

"¿Y si esta Tierra fuera el infierno de otro planeta?", Aldous Huxley en Un Mundo Feliz.

Elibeth Eduardo | @ely_e

En mi casa siempre se reconoció el poder de la palabra, así como la carga energética de la visualización y los deseos.

Por eso las maldiciones estaban prohibidas: ni en juego. Claro está, nunca se nos explicó que podían ser cosas que parecían inofensivas.

De allí la peligrosidad mortal del: "¡Ojalá te mudeis!" que usan para dañar severamente los maracuchos. Resulta peor si le agregan "más de una vez". Y seguidas.

Eso es equivalente al bíblico "parirás con dolor": supone desear un sufrimiento prolongado.  Diría que, inclusive, supone un odio profundo y arraigado.

Sin embargo, nada más poderoso que una maldición china, las cuales tienen la elegancia cínica de parecer bendiciones.

Quizás ese estilo inspiró a Shakespeare quien - ¿curiosamente? - se caracterizó por abordar los temas más oscuros, controversiales y complejos a través de sus comedias. Segura estoy que si el inglés fuera el cronista del 2020, afirmaría sin titubeos que "vivirás tiempos interesantes" y "conseguirás todo lo que deseas" son las dos maldiciones liberadas en contra de la humanidad este año, junto con el SARS-COV-2.

Y las despacharon sin siquiera un lacónico memo de advertencia. Por cierto, de los tres males, puede que el virus sea mortal pero es el menos peligroso de abordar y el más fácil de resolver.

REVIVIENDO BABEL. Así, en los primeros días del confinamiento en marzo, la mayoría lo vio como la oportunidad de hacer mucho de lo que SIEMPRE habían querido, con la ventaja de que ya no habría ni distractores ni excusas.

Eran los días felices en que creíamos que todo pasaría pronto, que volveríamos a la calle en semanas como si nada, sin que el mundo tuviese idea de que la palabra pandemia iba a ocasionar terrores nocturnos y el 2020 entraría con el 13 y el 666 en la lista de números pavosos.

Más serios aunque creo que tampoco entendían, universidades y centros de capacitación online abrieron gratuitamente sus plataformas para algunos productos, mientras llevaban a centavos los precios en otros.

Creo que lo vieron como la oportunidad de que - ahora sí - el eLearning dejara de ser la promesa de un mercado emergente y se transformara en uno real: una nueva opción de formación tanto formal como complementaria.

Por supuesto, los grandes ganadores fueron los cursos de idiomas, conscientes de que, en algún momento, tendrán a millones de inscritos sólo para reclamar los certificados que ya obtuvieron pero, también, para terminar lo iniciado.

Los más ansiosos por sentir que aprovechaban el tiempo otorgado por el inesperado virus se inscribieron en más de dos idiomas, programas Master y hasta Doctorados on line.

 EN DEFENSA PROPIA. Todo para no sentirse encerrados e indefensos en mitad de una situación que no sabían (sabíamos) hasta qué punto (NO) íbamos a controlar.

Las agendas se llenaron de cursos, sesiones de pilates, yoga, conferencias, webinars, IG Live y cuánta cosa on line medianamente gratuita nos ofrecían en las diversas pantallas.

Dejamos de correr en las calles para hacerlo dentro de la casa, haciendo con apuro las labores domésticas entre una video conferencia y otra, sin imaginarnos (o querer hacerlo) cómo sería la vida de quienes no tuvieran Internet, electricidad o teléfonos inteligentes.

Hasta quienes teletrabajamos desde antes de la llegada del COVID caímos en la trampa de las "vacaciones ocupadas", gracias a que fuimos liberados de algunos compromisos y horarios hasta el "después de la pandemia" que ya ni siquiera esperamos.

La negación se impuso como forma de locura corriente y el mundo siguió tratando de estar muy ocupado para no entrar en pánico.

Enloquecimos en defensa propia, pero sin soltar el botón de "ON".


LA TERCERA RESIGNACIÓN. Hoy, cuando el fin de año se precipita, muchos deliran pensando que pueden reponer el "tiempo y las ganancias perdidas".

La inmensa y agotada mayoría, sin embargo, ya sabe que un doctorado de seis meses no es prestigioso, que YouTube sirve para muchas cosas pero los saberes de verdad requieren otro tipo de estrategia y que ser un enciclopedista no sólo requiere de tiempo…

… también se necesita estudio (MUCHO) y un talento analítico que no se consigue en cualquier farmacia. De hecho, el mundo clama a gritos por encontrar más gente con esa capacidad.

Los medios, sin embargo, se han quedado SÓLO con las historias de las tragedias y la locura ocasionada por el experimental encierro global, olvidando que la historia pasará revista no sólo de lo malo sino de todo lo bueno que seamos capaces de hacer en este tiempo y el que ocurra inmediatamente después.

No es para menos. No lo hicimos muy bien después de la gripe española pues tras la Primera vino una Segunda Guerra Mundial con una Gran Depresión de telonera y una Guerra Fría como corolario.

Mejor se hizo durante y tras la peste: no sólo El Decameron registró magistralmente miedos, esperanzas y el espíritu de la época sino que, superada la pandemia, el Renacimiento rescató a Occidente del Oscurantismo y le devolvió el esplendor de griegos y romanos, con un poco de la sofisticación y adelantos que estaban logrando los pueblos árabes, nada más y nada menos que en Medicina y Matemática.

Así que podemos optar por la decisión del protagonista de La Tercera Resignación y morir de tedio o creer que los Da Vinci, Miguel Ángel y Rafael del siglo XXI están justo hoy cambiando el mundo del futuro que nos tocará vivir.

Por suerte, el SAR-COV2 no es ni peste ni ébola pues, con su tasa de contagio estaríamos encabezando la lista de especies en peligro de extinción. No es el caso.

Así que toca sacudirnos el despecho postpandemia, conscientes de que somos más los que viviremos para contarlo que aquellos a quienes siempre extrañaremos.

A Dios gracias.


miércoles, 1 de julio de 2020

MORIR EN WESTEROS

"Sólo él se dio cuenta en su época de que el personaje celoso no es cómico: es trágico", Shakespeare Uncovered» "The Winter's Tale".

Elibeth Eduardo | @ely_e

Decía hace tres lustros el reconocido dramaturgo venezolano Rubén Darlo Gil que los dramas (y sus adaptaciones) del padre del teatro inglés, eran ideales para el público maracucho.
¿Por qué? Porque, al igual que una boda dotraki, cualquier montaje que no tuviera al menos tres muertos era considerado "aburrido" para los zulianos.
De más está decir que sólo Puccini supera a Shakespeare: si se trata de una obra dramática, no hay que contar a los muertos sino a los sobrevivientes... los cuales suelen servir sólo para echar el cuento y que el mismo se haga inmortal.
No obstante, el éxito de películas como La Masacre de Texas o series como The Walking Dead dejan en claro que la tendencia, más que global, es universal: no sólo romanos y aztecas tenían gusto por los espectáculos y rituales llenos de sangre.
Así que no sorprende que George R.R. Martin - autor típicamente gringo - haya hecho de la "Canción de Hielo y Fuego" un catálogo carmesí de LA violencia casi que desde la primera página.
Después de todo, él nunca ha negado que su zaga naciera para hacer dinero al igual que la colección que le sirvió de modelo e inspiración: Los Reyes Malditos de Maurice Druon.
Es claro que no previó que GOT sería un fenómeno global, lo cual conduciría tanto a sus críticos como a los seguidores de culto a "identificar" plenamente referencias y orígenes de cada mínimo detalle.

SIN VIDAS PASADAS. Pese a que el autor de Jersey sigue a Druon hasta en el número de libros que deben integrar la zaga, lo cierto es que el francés tuvo la ventaja de que re-interpretaba y daba una nueva mirada a hechos históricos que ya habían construido más de una leyenda, como lo evidencian los millones de seguidores contemporáneos de los míticos tesoros y conspiraciones en torno a los caballeros templarios.
Martin no tiene tanta suerte y el hecho de que también siga a Tolkien y no a su amiga / rival Diana Gabaldón lo deja como cronista de chismes de un mundo tal que (a diferencia de las historias de la creadora de Outlader) hasta las direcciones y los hitos geográficos son de ficción.
Si fuera Tolkien le valdría madre decepcionar a todos con un final carente de la magia que plenó las cientos de miles de páginas que escribió, haciendo la "declaración" más hermosa y trágica del momento vital de su generación: la magia murió en SU mundo cuando empezó la Primera Guerra Mundial. Y punto.
R.R., como buen estadounidense, no tiene una épica de esas dimensiones: el "conflicto" comercial entre China y Trump no da para tanto.
Tampoco el duelo a muerte que mantienen las Kardashians contra la profundidad filosófica desde Instagram.
No. Él se defiende con los referentes grecoromanos predigeridos de los universos de DC Cómics y Marvel para dar fin a una épica que no puede ser "rescatada" por los extraterrestres, tal como acostumbran sus paisanos cuando se les agotan las buenas ideas.
Auch.
EL EFECTO NOSTRADAMUS. Quizás por venir de una nación joven que se precia de no tener pasado sino futuro, se entrampó R.R. en más de media docena de profecías y pronósticos, la mayoría diseñados crematísticamente para crear el ambiente de un "policial" en el cual hay que averiguar quién cumplirá el glorioso destino del héroe.
Ideal para los cómics, tal recurso no sirve para terminar una zaga literaria porque, a diferencia de las historietas, quienes leen los libros SÍ se dan cuenta cuando algo contradice todo lo que se ha dicho desde el principio.
Como su otra sensei, Martin sabe que es víctima de las promesas de su bocota: la señora Rowling se enredó orgullosamente a sí misma al decir que el final de Harry Potter estaba escrito desde que ella comenzó el primer libro y que no iba a cambiarlo.
Gran error. En los años que le llevó escribir la historia del pequeño mago ella evolucionó: como persona y como escritora.
El final "ya escrito" de HP no podía tener la riqueza que recogió cuando el huérfano maltratado por sus tíos se volvió tan famoso en la realidad como dentro de la ficción.
La magia no sólo cambió la vida de Harry Potter. También, cambió la de Joanna por siempre y para siempre.
Y él final que ella escribió en sus inicios seguía viendo la vida con ojos asustados de alguien que no sabía que podía salvar el mundo.
Es probable que la posterior pieza teatral, adulta y burlona, quisiera borrar el error de novata.

DESDE LA ILÍADA. En Westeros las cosas no son tan fáciles. Ahora que el apocalipsis zombie DEFINITIVAMENTE llegó con el invierno pero no se fue con la primavera, George R.R. Martin podría convertirse en el escritor con más lectores simultáneos en varios idiomas en la historia de la Humanidad...
...
...
... si se dignara a terminar Vientos de Invierno. Libro que, se supone, hubo que postergar para no sabotear el final de Games of Thrones.
El problema es que, para completar sus DOS últimos obras Martin precisa de una podadora talla Drogon que pueda cortar los muchos nudos argumentales que no van a ninguna parte y que los showrunnes - sabiamente - decidieron ahorrarle al presupuesto de HBO.
No: Weiss y Benioff se quedaron con la hazaña de una tragedia que combina "El Derecho de Nacer", "La Importancia de llamarse Ernesto" y la siempre triste historia de la mujer para cuyo rescate se fletaron 1.000 barcos: Helena de Troya.
Quizás, como con la hija de Zeus, jamás sepamos que tan bella era la prometida de Robert Baratheon.
Lo que sí sabemos es que su encanto inició la historia de amor que acabó con una dinastía de 1.000 años.
Y ni siquiera la princesa de Esparta logró eso.

EL FANTASMA DEL DECAMERON. Para colmo, el escritor de Jersey no tiene excusas: hace más de 600 años el bastardo de un mercader del cual no se sabe a ciencia cierta dónde nació pudo terminar un libro para "amenizar" una epidemia que lucía más como el Fin del Mundo que la actual.
Precursor en Europa de la novela corta, este italiano de baja cuna logró situarse nada menos que entre Petrarca y Dante como uno de los padres de la literatura en esa lengua.
No se llamaba Jon, pero si Giovanni así que casi no parece coincidencia.
¿Podrá George R.R. reencarnar, a la vez, a Shakespeare y a Boccacio, dándole a su zaga un final que haga felices a sus fans sedientos de sangre y resolución?
Todo parece indicar que NO y que el coronavirus le haría un favor si le evita la humillación de que la audiencia se de cuenta de que, luego de decir que a él TAMPOCO le gustó el final de Juego de Tronos, es incapaz de proporcionar uno que - a la vez - resuelva sus enredos y quede mejor.
¿Morir de COVID y dejar su obra inconclusa como Turandot...
... O sobrevivir para dejarla inconclusa... como un pendejo? ...
Gracias al suyo, el "To Be o no To Be" casi no resulta un dilema. Doble "auchh".

sábado, 6 de junio de 2020

¿PLATAFORMIZACIÓN DEL TRABAJO? No le suena pero sí la conoce

Si Usted cree que es ajeno al trabajo de plataforma, piense si conoce a alguien que trabaja en Uber, Freelancers, Publisuites, Workana o Rappi. ¿Cómo le fue?
Por: Elibeth Eduardo | @ely_e
Es una palabra larga: plataformización y, probablemente, todavía no cuenta con el visto bueno de la Real Academia de la Lengua.Pero eso no le impidió al Banco Interamericano de Desarrollo introducir el término de una realidad que no está para ser negada. Nos referimos a la existencia de “trabajadores de plataforma”. Un nombre también largo para definir algo que, hasta hace muy poco, no existía sino como posibilidad académica.
Y es que quienes hace cinco años decían que una de las consecuencias de la transformación digital era que “a cada mercado le llega su Uber” no tenían idea de lo acertada que resultaba su observación.
Quizás pensaron que tenían más tiempo y que sus mercados serían de los últimos. Se equivocaron: en el momento en que las grandes empresas tecnológicas inventaron la frase “Whatever as a service” nadie estuvo a salvo de la plataformización.
Cuando “Whatever” se convirtió en “Everything” (EaaS) y, de allí, llegó a “Plataforma” la sentencia se convirtió en profecía. Cumplida, para variar.
Y fue entonces cuando los Estados, transportistas, caleteros, courriers, universidades, sindicatos y otras agrupaciones gremiales y/o sectores de servicio cayeron en cuenta de que – contra su creencia – la frase los incluía.
Así, aunque un informe citado por el BID pronostica que 540 millones de personas en el mundo aumentarán sus ingresos en US$ 2,7 billones para el año 2025 gracias a las “empleos de plataforma”, esto parece estar ocurriendo casi de espaldas a las universidades y académicos que anticiparon y hasta amenazaron que el futuro de la economía sería de la llamada “Sociedad del Conocimiento”.
Tuvieron razón. El detalle es que la misma parece poder existir y prosperar sin que los “productores de conocimiento” sean parte fundamental de ella. Contra todo pronóstico.
El efecto GM
Uno de los hallazgos del más reciente informe "El Futuro del Trabajo en América Latina y el Caribe" del BID apunta a que la región está experimentando estupor frente a procesos que, aunque advertidos, han resultado inesperados.
Es lo que hemos denominado como el “Efecto GM”.¿Por qué? Porque, aunque Wiliam “Billy” Durant y Charles Stewart Mott, fueron lo suficientemente visionarios como para anticipar que una tecnología desplazaría todo lo demás y lo transformaría en obsoleto, eso no los preparó para competir con ventaja en el “mercado emergente” cuyo nacimiento lograron anticipar.
El caso de General Motors es paradigmático: sus fundadores eran exitosos empresarios del mundo de los coches tirados por caballos a los cuales el automóvil transformó en reliquias. Pese a unas importantes ganancias que les permitían considerarse hombres ricos e influyentes, tuvieron la visión de saber que sus empresas iban (más temprano que tarde). camino a la extinción.
Esto los llevó a crear el primer gran emporio automovilístico que, sin embargo, desde el punto de vista financiero estuvo por lustros muy por detrás del líder estadounidense de la época: Ford.
Como epítome del trabajo atípico, el BID recomienda que la “plataformización” del trabajo emergente se aborde desde los vínculos entre las partes.
Plataformización sin aviso
Hoy en día son corporaciones (Kodak, Sony, BlackBerry, Hollywood), académicos, gerentes y empresarios los que están descubriendo que anticipar a la “Sociedad del Conocimiento” o la “Cuarta Revolución Industrial” no los prepara para algunas de sus expresiones cotidianas como lo son las PLATAFORMAS, en general y lo que Verónica Alaimo, Maria Noel Chaves y Nicolás Soles – respectivamente especialista senior, consultora externa y consultor de la División de Mercados Laborales del BID y autores del ya mencionado estudio – han denominado “Plataformización” de las relaciones laborales.
Es decir: el surgimiento de compañías que facilitan las conexiones directas entre los clientes que necesitan un servicio y los trabajadores dispuestos a proporcionarlo.
Este proceso es denominado por Alaimo, Chaves y Soles como el “trabajo habilitado por la tecnología” y va mucho más allá del “trabajo mediado por la tecnología” que ya conocíamos como “Teletrabajo”.
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La versión original de este artículo fue publicado por CIO AMÉRICA LATINA

miércoles, 8 de enero de 2020

LA NARANJA PERDIDA



 el 


“Tengo una teoría: partamos del principio de que los elefantes no pesan”, Chiste de economistas.

Elibeth Eduardo | @ely_e


Debo agradecer a Roman Lozinski (@RLozinski) un reciente ataque de nostalgia que lo llevó a repasar el movimiento musical pop venezolano de mediados de los 80s en más de tres horas de programa.
La excusa fue un montaje en el Este de Caracas de un concierto-tributo con las cuatro figuras más representativas de este movimiento: Ilan, Yordano, Frank Quintero y Montaner.
La posterior gira de celebración de los 50 años de carrera artística de Quintero permitió seguir hablando de un movimiento que no sólo marcó a una generación sino que sigue cosechando conciertos, descargas y reconocimientos honorarios como la reciente naturalización por acogida de Ricardo Montaner en República Dominicana.
El arqueo de Lozinski tocó incluso el ingreso de las primeras grandes franquicias al país (McDonald) y el impulso que suponía el auge las telenovelas venezolanas para los temas e intérpretes de la época (¿quién ha olvidado “Por estas calles” de Yordano, aunque la telenovela sea de imposible reposición?).
Todo ello nos hizo caer en cuenta de que la Economía Naranja no es ajena al país. Todo lo contrario. Así que recoger una bandera que el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) intenta transformar en el modelo de desarrollo del siglo XXI en la región no supone montarse en una ola sino retomar una ruta de crecimiento de “exportaciones no tradicionales” a la cual que no le dimos suficiente valor cuando estaba ocurriendo.
Quizás lo más importante del proceso iniciado desde el BID a través de la Economía Naranja es que coloca el foco sobre nociones académicas vistas de reojo como el Consumo Cultural y la Sociedad de Conocimiento.
Todas ellas, sin embargo, podrían (y deberían ser) la interesante puerta de entrada hacia la IV Revolución Industrial (IVRI) en la región, más allá de que tal concepto está invariablemente asociado a nociones como robótica, inteligencia artificial y tecnología.
LA CIFRA
70% está creciendo el comercio a través de internet de servicios creativos, por encima de la producción de bienes de este tipo.
REVOLUCIONES APARTE. En este punto hay que destacar que, si nos centramos sólo en el factor mass mediático (no en el tecnológico o de infraestructura) de la Economía Naranja podemos afirmar que la misma no es nuevo en América Latina: la única razón por la que los cubanos no dominaron el mundo con sus telenovelas fue la llegada de Fidel Castro al poder. Del resto, es un hecho que la música afrocaribeña no anglófona le ha dado la vuelta al mundo a partir de la tradición musical de la isla de-donde-son-los-contantes.
Por su parte, la industria televisiva tanto mexicana como argentina le deben al conflicto del fasci-nazismo en Europa la oportunidad de llenar el vacío parcial dejado por Hollywood durante el conflicto mundial: si bien la producción de películas no se detuvo, el volumen de producción de las mismas se redujo luego de declararse la guerra a partir de Pearl Habor.
No obstante, hay que recordar que, aunque solemos pensar que Estados Unidos sobrevivió a la II Guerra Mundial por la industria de armas y el petróleo, lo cierto es que la localidad californiana se apoderó desde entonces del imaginario del mundo hasta el día de hoy, convirtiéndose a principios del milenio en la quinta economía del mundo… si fuera una país independiente.
EN TODAS PARTES. Hollywood, Bollywood (India), Nollywood (Nigeria) y, más recientemente, Wakaliwood (Uganda) representan industrias cinematográficas locales que impulsan tanto el desarrollo económico como el empleo incluso en sectores que no participan directamente de la producción de cine como el turismo o el textil. Del mismo modo, los turcos y surcoreanos están descubriendo a los folletines televisivos como una próspera opción de negocios.
Broadway, el West End londinense, los Campos Elisios parisinos, la industria de la moda en Milán, Silicon Valley (que no es lo mismo pero es igual de Naranja) y el Carnaval de Río de Janeiro son otros ejemplos que permiten ver las dimensiones en impacto local de un sector en el que debemos incluir a las grandes competiciones deportivas globales.
De hecho, por tradición, estos eventos son sorteados para que muchos países tengan la oportunidad de aprovechar los beneficios de su realización que suelen – a la larga – compensar las enormes inversiones que se requieren.
Y, si todos esos ejemplos no fueran suficientes, baste recordar que en poco menos de una década locaciones como Malta, Andalucía, Dubrovnik (Croacia) y Belfast se volvieron importante en los mapamundis de millones de fanáticos de Games of Thones.
El impacto de este show en las economías de España, Irlanda del Norte o Islandia aún se siente ya que se han desarrollado paseos, parques temáticos y hasta juegos de rol, de mesa y de video sobre la zaga de la Canción de Fuego y Hielo.
“La necesidad intrínseca de apropiar, diferenciar y personalizar termina por involucrar a los artistas y creativos en la experimentación e innovación”, La Economía Naranja. Una oportunidad infinita
MENTEFACTURA. Frente a la crisis climática que reta el modelo de desarrollo (y de vida) vigente de la humanidad, al igual que toda nuestra actual civilización, empezar a manejar los conceptos de “mentefactura” y “kreatópolis” para referir a la industria y las ciudades que se mueven hacia la creación de bienes producidos con la “materia prima” más sustentable y renovable: el talento humano se vuelve un imperativo categórico. Para ya.
Avanzar en esa dirección supone un fundamental reto educativo que podría (debería) ser la palanca para superar tanto la pobreza como la desigualdad social.
Visto así, no sorprende que los presidentes Duque (Colombia) y Piñera (Chile) sean entusiastas en la implementación de la Economía Naranja.
Como ya hemos dicho, retomar esa senda en Venezuela supone valorar industrias que antes nos parecían “marginales”, debido a que los montos de sus exportaciones no competían (ni de lejos) con los mejores tiempos de la industria petrolera.
Antes del 2000, sin embargo, esas industrias (“misses”, publicidad, telenovelas, discos) eran en conjunto similares o mayores a las remesas que EFECTIVAMENTE cruzan la frontera en la actualidad, es decir, entre 3 y 4.000 millones de dólares.
Cabe recordar, sin embargo, que la diáspora mueve un monto de recursos mucho mayor que el cruce de efectivo transfronterizo pero cuantificar esta masa de recursos es casi tan difícil como establecer con precisión la cantidad de divisas provenientes de la legitimación de capitales que circulan en la economía.
Colombia le ha apostado a la Economía Naranja porque necesita encontrar la manera de sustituir el 15% del PIB que hace 20 años se estimaba que representaba el dinero producto del crimen organizado (narcotráfico, secuestro, extorsión, etc.): en la actualidad se estima que 2 del 5% que crece el país anualmente es resultado SÓLO del narcotráfico y legitimación del 30% de los narcodólares.
Estados Unidos, Rusia y China prefieren cerrar los ojos ante las posibles dimensiones de la economía criminal en sus territorios. Pero todos sabemos que la fracción es gigante.
La Economía Naranja es una oportunidad de crecer, resolviendo las injusticias históricas a través de la movilidad social producto de la educación, la innovación y el conocimiento.
En Venezuela sabemos de movilidad social a partir de la educación más que ningún otro país en la región. Un venezolano inventó la vacuna de la lepra, otro dirige el MIT y el sistema nacional de orquestas infantiles y juveniles es un modelo para el mundo.
Esto sin contar que la orimulsión debería fluir en nuestras termoeléctricas, al igual que en otras tantas en Italia y Japón.
El petróleo todavía puede ser una palanca, pero cambiar el modelo de desarrollo es algo que ya estamos haciendo solos y a la cañona.
Por fortuna, la necesidad es la madre de la innovación. Solíamos ser creativos. Ahora tenemos la necesidad de serlo. Mucha.
Y talento… aunque no necesariamente TODO dentro de nuestras fronteras. Pero el mundo ha cambiado y eso hoy importa menos. Así que, sin duda, es el momento.
¿Podemos pues volver sobre nuestros pasos de los 80s y 90s y seguir creando la cultura y el #EfectoNaranja?
Las empresas de doblaje, el boom gastronómico y las apps de pagos son un buen comienzo.
Pero tenemos mucho más para ofrecer y que ganar al ofrecerlo. Por eso los 366 día de 2020 resultan un lienzo perfecto. Y no vale un “mañana empiezo”.

domingo, 15 de septiembre de 2019

"BLACK JACK" RANDALL, MONSTRUO


"Muere como héroe o vive lo suficiente para convertirte en villano", Batman, el Caballero de la Noche.


Elibeth Eduardo | @ely_e 


No hay duda: cuando uno contempla la ejecución de Tobías Menzies en "Inframundo, Guerras de Sangre" sabe que - al fin - Alan Rickman tiene sucesor como el villano inglés más recordado de todos los tiempos, compitiendo con el Voldemort de Ralph Fiennes y - por supuesto - el caníbal que inmortalizó Anthony Hopkins.

Pero, para quienes sólo lo conocen como el débil amo de "Aguas Dulces" en Juego de Tronos, su performance será toda una sorpresa.

No así para los conocedores de
la más reciente producción de Ronald D. Moore.

Y es que la serie que recoge la saga Outlander de la estadounidense Diana Gabaldón cuenta con un personaje oscuro, sólo comparable a Cruela De Vil, la más absurda villana de los cuentos de hadas.

Sin embargo, lo único que comparten ambos personajes es que su maldad es tan extrema como infundada: no hay razón para que sean así y, por tanto, resultan brutalmente inhumanos.


EL ESPEJO OSCURO. Gabaldón comparte con su amigo George R.R. Martin mi profundo desinterés por leer sus libros aunque los motivos son diferentes.

En el caso de R.R., rechazo hundirme en las imágenes más crudas de la zaga "Canción de Fuego y Hielo" que (se sabe) no llegaron a la serie televisiva. De hecho, sus fetiches superan mi aversión por los de Polanski y eso ya es mucho decir.

De la Forastera de Gabaldón, en cambio, me separa el poco afecto que me producen los libros de aventuras, hecho que me distanció en mi adolescencia de autores como Jonathan Swift, Mark Twain o cualquiera de los Dumas. 

Lo mío es el misterio, la lógica del policial que aprovecha magistralmente J.K. Rowling en "El Prisionero de Azkaban" pero cuyas huellas encontramos en sitios insospechados como, por ejemplo, Jane Eyre. 

La señora Gabaldón pues, cultiva un género que sólo me encanta en la tele, donde es fácil de hallar y funciona muy bien.

Dicho esto, sería capaz de leer el libro que inicia la zaga Outlander sólo para conocer de primera mano el trazo con el que se perfiló a Jonathan "Black Jack" Randall: un personaje que usa la tortura tanto física como emocional con psicopática frialdad. 

Tal es la flema que lo único que nos hace pensar que lo disfruta es su incapacidad para detenerse. O titubear.

En contraste, su sereno, estudioso y amable descendiente, Frank Randall, le da la oportunidad a Menzies de realizar un doble papel que precisa de mucho talento actoral: ni las ropas ni el maquillaje pueden ayudarlo a crear tan grandes diferencias psicológicas que, sin embargo, permiten distinguir quién es quién tan sólo con una mirada. Por una mirada.


RETRATO DE UN VIOLADOR. Ni Gabaldón ni Moore nos ahorran muestras de lo que Black Jack es: desnuda a una joven frente a su hermano; azota a un hombre hasta desollarlo y - peor - insiste en que las heridas de esa espalda son SU obra de arte. 

Y sigue:‎ no le basta patear a una mujer‎ ("son tan blandas") sino que intenta enseñar a un soldado a "disfrutar" de tal práctica. 

Sí, decir que Jonathan Randall es un loco o un animal es restarle fuerza a su indiscutible condición de sádico.

¿Intenta Gabaldón hacernos creer que la causa de tal oscuridad es su homosexualidad? Si lo hace Moore lo diluye presentándolo, más bien, como el accionar de un alma que se sabe pérdida. Nada de lo que haga lo librará del infierno que su condición determina. Entonces, ¿para qué intentar ser bueno si, además, disfruta dando rienda suelta a su infierno personal.

En este punto, sobran los calificativos y se nos revela en forma simple: es un alma desgraciada que no espera ni cree merecer perdón.

HOMBRE ROTO. Pero estas no son reflexiones de voz quebrada o atormentada. No.

La marca de este personaje es la frialdad. Rasgo que está allí mientras sodomiza a nuestro héroe. También luego de que nos ha dejado ver (con apenas un gesto) la profundidad de sus ganas. Con una media sonrisa, con ese ligero calor en la voz al fin ha develado el por qué del encono contra los protagonistas: quiere a Jaime (intensamente) para él. 

Por eso no tolera que ame a Claire, que se refugié en su nombre y en la añoranza de su rostro para escapar del tormento que le está causando.

Tampoco se rinde e intenta con engaño lo que no pudo por la fuerza: se "recubre" de Claire para que su esposo - quien delira por sus heridas - abandone su resistencia y... se relaje.

Paremos: esta sofisticada, retorcida y osada estratagema nos proporciona la más perfecta escena de tortura psicológica que haya visto presentar en ninguna pantalla. Adiós a Javier Bardem tentando al Bond de Daniel Craig.

Randall, un hombre culto, pone en evidencia que cualquier talento luce sucio en un torturador. 

Su cálculo y paciencia al dejar actuar a la biología es impecable. La virilidad de nuestro héroe deberá encarar la desgracia que han enfrentado algunas mujeres violadas por apenas unos segundos de placer en medio del miedo, la impotencia y la humillación.

Miramos como el horror se apodera del rostro de Jaime al comprarle a Black Jack que su amada jamás le perdonará lo que no es más que una respuesta física, tan incontrolable como el hipo y el hambre. O la sed.

El DIABLO ENTRE NOSOTROS. El triunfo de Randall se convierte en el infierno de Jaime y la derrota de Claire en un climax emocional magistralmente narrado por Ronald D. Moore en "The redemption of a man's soul".

Al final, como en "Más allá de los sueños" (1999 ), se nos recuerda que el infierno sólo es posible si permanecemos solos por lo que el pedido de Claire a su esposo de que la mate si insiste en dejarse morir re-escribe con éxito el mito de Orfeo.

Pero, ¿este resultado nos permite intentar sentir empatía por Randall? ¿Como Claire, debemos preguntarnos si él sería quién es si no hubiese tenido que vivir los rigores del combate? O, por el contrario, ¿las guerras acoso nos libran de que estos monstruos habiten y depreden alrededor de nosotros? ¿Son los asesinos en serie, los capos y los azotes de barrio los Black Jacks de los tiempos de paz?

Antes de morir en Culloden, nos muestran a un Jonathan Randall que es capaz de sentir amor por su hermano y que - casi - intenta ser decente con quien debió ser su cuñada pero que, para resguardarla, se convirtió en su viuda. 

Pero todo en él es bizarro. El furioso dolor sin lágrimas de una máscara inexpresiva que golpea el cuerpo que recién era su hermano nos retratan su incapacidad de expresar amor como cualquiera.


STALIN, HITLER, FIDEL. La historia de Black Jack Randall también nos deja una última duda: ¿es él la consecuencia lógica de la búsqueda de sumisión de los ejércitos de ocupación de todos los lugares y tiempos? 

¿O acaso su conducta es la‎ validación de Zimbardo de que, en las condiciones de permisividad correctas, todos podemos ser y actuar como monstrous?

Eso, sin duda, explicaría la maldad y distanciamiento emocional que suelen destilar esas "invasiones endógenas" que el mundo acostumbra a denominar como dictaduras.

Pues, si bien el mantenerse en el poder explica (¿lo hace?) que los tiranos estén dispuestos a someter de cualquier forma a sus naciones, las mativaciones de quienes - como Randall - EJECUTAN el cómo (y a sus connacionales) son, por fuerza, más personales: su propio poder, prestigio, seguridad o placer. Su propio Lucifer.

Esto coloca al personaje de Gabaldón, de Moore y, sobre todo, de Menzies como la encarnación del gorilismo del siglo XXI: el que no se hace para construir imperios que "mejoren" al mundo. Ese que, aunque se haga en nombre de una ideología o gentilicio tiene en realidad los mismos motivos avaros y criminales que los de las maras centroamericanas o las mafias de todas las nacionalidades.

EL PEOR DE LOS TIEMPOS. Para aquellos de mi generación que nos preguntábamos cómo eran los gorilas gringos que permitieron quedarse en el poder a Pinochet, Somoza, Gadafi o Fidel la respuesta llegó en la toma contrapicada de las medallas de Jack Nicholson en "A Few Good Men" (1992).

Mas tarde, el arquetipo renace y se reinventa para "combatir" el terrorismo, esta vez en la gélida interpretación de Bruce Willis en "The Siege" (1998).

Anclado en el siglo XVIII, el personaje creado por Diana Gabaldón nos muestra el rostro de los jefes de inteligencia de la SS, la Stasi, ISIS, de mandamases de Nicaragua, Venezuela o la Rusia de Putin.

Es claro, las tiranías y sus monstruos se han actualizado y vienen en nuevos modelos. Mostrar sus males en otras épocas o en un mundo de fantasía le ha permitido a los escritores de todos los tiempos esquivar el debate político: podemos odiarlos pero no nos atrevemos a reconocerlos.

Debemos ver a Joffrey Baratheon y Ranmsy Boulton como la encarnación "millennials" de Calígula y Nerón. De los verdugos e invasores de todos los tiempos.

Pero el capitán de Dragones de su Majestad, por su inteligencia y eficiencia desapasionda, es el peor de todos ellos.

Horroriza a Drácula y a su inspirador Vlad III, el Empalador; Iván El Terrible luce como una caricatura interpretada por Jim Carrey mientras Gengis Khan parece un tataratataratatara abuelo bonachón.

Black Jack, como Rickman, es la viva imagen del villano perfecto. Inmortal. Eterno.

Aplausos de pie para Gabaldón. Su esfuerzo terminó en el único final virtuoso para un exorcismo: ella parió un arquetipo.  


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